La persona es sagrada e inviolable, desde la concepción hasta la muerte natural.
La familia nace del compromiso conyugal. El matrimonio es un voto, en el que un hombre y una mujer hacen donación de sí mismos y se comprometen a la procreación y el cuidado de los hijos.
Los padres tienen el derecho y el deber de educar a sus hijos. Son ellos -no el Estado, ni los empresarios educativos, ni los profesores- los titulares de ese derecho.
El Estado está al servicio de la sociedad y no al revés. El papel de la autoridad es ordenar la comunidad política no según la voluntad del partido mayoritario sino atendiendo a los fines de la misma, buscando la perfección de cada persona, aplicando el principio de subsidiariedad y protegiendo al más débil del más fuerte".
Estos principios básicos para la actuación coherente del cristiano en política han sido denominados "no negociables" por el Papa Benedicto XVI y enumerados de esta manera: "El respeto y la defensa de la vida humana, desde su concepción hasta su fin natural; la familia fundada en el matrimonio entre hombre y mujer; la libertad de educación de los hijos y la promoción del bien común en todas sus formas".
No se debe, por coherencia, colaborar con partidos políticos que no respeten y defiendan de forma inequívoca estos principios.
Clemente Ferrer Roselló
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