Sr. Director:
Este domingo 28 de mayo, los colombianos acudiremos a las urnas para elegir el presidente de la Republica, para el periodo 2006-2010, con tres candidatos sobresaliendo de un grupo relativamente extenso, particularmente el candidato a presidente, Álvaro Uribe Vélez.
En esta carta abierta quiero dirigirme particularmente al Dr. Uribe, cuya presente gestión al frente del gobierno nacional ha mostrado una serie de mejoras en la vida de los colombianos, que es la función primordial del trabajo de un gobernante. En efecto, bajo su administración: ha mejorado notablemente la seguridad de los colombianos (que fue su lema en la anterior contienda electoral), se ha recuperado el crecimiento económico y aumentado la confianza en la inversión y la cobertura en educación y salud, ha disminuido el desempleo, reorganizado la administración publica y creado una visión del Estado a largo plazo, pero particularmente se ha devuelto la esperanza a los colombianos por su país. De otro lado, el paramilitarismo ha aumentado notablemente y aunque, se ha desmovilizado un gran numero de individuos, este proceso ha sido criticado por aquellos que alegan que el mismo ha sido utilizado por narcotraficantes, que supuestamente han comprado su puesto entre las filas de los que se están desarmando.
Pero hay un aspecto de la vida colombiana que, es el principal factor que roba al colombiano en su bolsillo y directamente afecta su calidad de vida, como personalmente recalque al candidato Uribe, en reunión privada de su incipiente campaña en Mayo del 2001. Se trata de la endémica y extensa presencia de la corrupción en todos los sectores de la administración pública en Colombia. En aquella ocasión el Dr. Uribe concurrió conmigo y prometió acciones drásticas para producir reformas profundas y reales en este vital aspecto del Estado colombiano, cosa que a la fecha no se ha materializado, en hechos que substancial y dramáticamente limpien la administración pública en Colombia. La aceptación en esta contienda electoral, por parte del Dr. Uribe, de respaldo por parte de politiqueros que han abusado por décadas de sus posiciones y del presupuesto nacional, tales como Roberto Gerlein, Jose Name, Fuad Char y otros de la misma trayectoria, me hace pensar en cual es el precio de ese respaldo y como afectara a un compromiso puro y real de acabar con la corrupción en el país.
LA CORRUPCION. Los colombianos sabemos que este problema, el mas grande que enfrentamos y causal directo o indirecto de todos los grandes males nacionales, es la corrupción a todos los niveles, no solo en el sector privado, sino particularmente en las distintas ramas y niveles de los tres poderes del gobierno colombiano. Colombia clama por una gran Campaña anticorrupción (de igual nivel que la de Seguridad Democrática), con un altísimo grado de visibilidad, mucho mas allá que el Programa Presidencial de Lucha Contra la Corrupción, existente ahora en la forma mas que en el fondo. En un gobierno donde todos los funcionarios trabajan eficiente y honestamente solo para buscar el bienestar de los colombianos, como único objetivo, el dinero de los contribuyentes va a cumplir la misión, para la cual fue recaudado. Además del obvio beneficio en la maximización del rendimiento financiero de los dineros públicos, una masiva campaña de detener y castigar públicamente con las mas severas penas posibles a toda clase de funcionarios públicos y privados corruptos, especialmente aquellos en cargos de alta responsabilidad y visibilidad, asegurándole al pueblo colombiano que su patrimonio se hará respetar e invertir en su presente y futuro bienestar, producirá una muy positiva sensación de confianza en el país, mejorara la imagen del gobierno y su presidente y a la vez servirá como mecanismo para quitarle justificación a los grupos insurgentes, que quedarían sin excusa para sus actividades terroristas contra el pueblo colombiano, su infraestructura y bienes y el estado en general.
Carlos Augusto Cabrera
CACabrera@aol.com