Hablamos, claro está, de la inflación subyacente. No es justo achacar al Gobierno socialista que el petróleo haya subido un 46%, que es lo que ha llevado a los precios a situarse en el 3,7% de incremento durante 2005. Un IPC que, en efecto, aumentará la falta de competitividad de la economía española por la sencilla razón de que es más alto que la media europea, e incrementará el coste de salarios y pensiones.
Sin embargo, no puede hablarse de inflación desbocada, como pretende el Partido Popular, entre otras cosas porque lo que diferencia a la economía española es el muy superior crecimiento de nuestro país respecto a la media europea (más que triplica la media de Eurolandia). El portavoz económico del Partido Popular, el ex ministro de Agricultura Miguel Arias-Cañete, considera que el Gobierno se está preocupando ahora de los campeones nacionales (en referencia a la alusión de Zapatero sobre contar con empresas de gran tamaño como razón para apoyar a OPA GN-Endesa) y que luego, asegura, son los consumidores quienes pagan la factura en forma de precios más altos. La verdad es que los precios energéticos, especialmente luz y gas, los fija el Gobierno, y la concentración de operadores influye muy indirectamente en ellos.
Más bien podría haber dicho que los precios regulados, por ejemplo los de los transportes públicos, han subido muy por encima de la inflación, entre ellos los de luz, gas natural, gas butano y transportes