Todos los observadores internacionales han considerado la visita del Papa Benedicto XVI al Líbano, que concluyó el domingo, 16 de septiembre, como un verdadero impulso a favor de la paz y la convivencia entre religiones y pueblos.
Pero uno de los motivos principales del viaje -quizá no tan destacado por los observadores "políticos"- fue la firma y entrega de la exhortación apostólica postsinodal "Ecclesia in Medio Oriente".
El Papa, añadía "que se sitúa en el contexto de la nueva evangelización, si se vive con una convicción intensa, será un excelente estímulo para promover una evangelización interna de las Iglesias de la región, y para consolidar el testimonio cristiano. Dar a conocer al Hijo de Dios muerto y resucitado, el único Salvador de todos, es un deber constitutivo de la Iglesia y una responsabilidad imperativa para todo bautizado.
Dios 'quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad' (1 Tm 2,4). Frente a esta misión urgente y exigente, y en un contexto multicultural y religiosamente plural, la Iglesia goza de la asistencia del Espíritu Santo, don del Señor resucitado, que sigue sosteniendo a los suyos, y del tesoro de las grandes tradiciones espirituales que ayudan a buscar a Dios".
Y concluía a alocución y el viaje con las palabras: "Animo a las circunscripciones eclesiásticas, a los Institutos religiosos y a los movimientos a desarrollar un auténtico espíritu misionero, que será para ellos prenda de renovación espiritual. Para esta misión, la Iglesia católica en Oriente Medio, 'el Año de la Fe', puede contar con el apoyo de la Iglesia universal".
Jesús Domingo Martínez