Aconsejo a cualquier miembro del Partido Popular o de CiU que realicen el siguiente experimento: aprovechando cualquier proposición no de ley, subir a la tribuna de oradores del Congreso de los Diputados y decir aproximadamente.

"Señor presidente, señoras y señores diputados: les comunico, a los efectos que Sus Señorías consideren oportunos, que si quien ahora se encuentra en el uso de la palabra hubiese vivido en el Madrid o en la Barcelona de julio de 1936, probablemente se hubiera sumado al golpe militar de los generales Mola, Franco y compañía, al no poder permanecer bajo un Régimen democrático pero degenerado en el que no se me permitía, por ejemplo, ejercer mi fe.

Creo y sostengo que la democracia es el mejor sistema posible, o al menos "el mejor, una vez eliminados todos los demás", pero la democracia no consiste en votar cada cuatro años, sino en respetar los derechos de la persona, entre ellos el derecho a la vida y a la libertad religiosa, algo que no hacían el PSOE, el PCE y los grupos anarquistas FAI y CNT".

Esas palabras las suscribiría nuestro hipotético diputado y unos cuantos millones de españoles que participaron en la contienda y que son partidarios de perdonar y mirar al presente, o que no participaron pero se han preocupado de saber lo que ocurrió. Ese cuerpo mayoritario sería partidario, por ejemplo, de no suprimir la estatua ecuestre del Caudillo ubicada en los madrileños Nuevos Ministerios, o al menos de mantenerla como se mantienen las de Largo Caballero, un profesional del asesinato, o Indalecio Prieto, un socialista más civilizado, pero no tanto como para evitar que su guardia pretoriana secuestrara y ejecutara a Calvo-Sotelo. Ambos eran ancestros del PSOE actual, portadores de las mismas siglas creadas por Pablo Iglesias, al igual que buena parte –no todos- de los miembros del PP son herederos de la derecha española, tanto la derecha de la II República como la derecha del Franquismo.

Porque lo de republicanos demócratas frente a franquistas fascistas no es una simplificación: son dos.

Insisto: Hitler también ganó elecciones libres y democráticas, y no era un demócrata, sino un asesino al que hubo que neutralizar con las armas en la mano. Y los fundamentalistas argelinos que querían implantar la ley islámica o los fundamentalistas turcos que ahora pretenden entrar en Iraq a sangre y fuego, también han ganado elecciones democráticas. Hugo Chávez arrasa en Venezuela, Fidel Castro cuenta con apoyos mayoritarios en la isla-cárcel y no duden que el rey Abdalá, tan amigo de Occidente, arrasaría en unas elecciones en Arabia Saudí. Pero ninguno de ellos es un demócrata y mucho menos un defensor de los derechos del hombre.

Y es que la ley de Memoria histórica, una vez más, olvida que democracia no es lo que votan los demócratas, sino lo que preserva la democracia. O si lo quieren de otra forma: democracia no es el Gobierno de la mayoría sino el respeto a las minorías, especialmente a la minoría más minoritaria: el individuo.

Posdata: Los mártires de la República. Uno comprende que la formación cristiana está bajo mínimos, pero estoy seguro de que esto lo puede entender hasta la vicepresidenta primera del Gobierno, doña Teresa Fernández de la Vega: la Iglesia beatifica a los asesinados por los milicianos porque los mataban por ser católicos y no renegar de Cristo. Estoy convencido de que muchos republicanos fueron asesinados por no renunciar a sus ideales, incluido el ideal de la II República. Es muy loable, pero no son beatificables, porque no murieron por Cristo; deben recibir muchas medallas civiles, pero no la palma del martirio.

Otrosí: si los críticos de las beatificaciones consideran que toda la prédica de la Iglesia es falsedad y estafa, que no existen Cielo e Infierno, y que las canonizaciones no tienen sentido alguno: ¿qué más les da que les beatifiquen? ¿Por qué se cabrean con el Vaticano? No hay nada más clerical que un comecuras.

Y es que algunos se comportan como aquel obrero ante el testigo de Jehová que le animaba a convertirse a la nueva fe: "No fastidie: ¿cómo voy a creer en esas pavadas sino creo en la Iglesia, que es la verdadera?"

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com