Faustina Kowalska nació en 1903 y murió en 1938. Es decir, nació en una Polonia sin Estado, y falleció cuando el nubarrón nazi, luego el soviético, surgía en el horizonte. Su tumba está situada a 20 kilómetros de esa capital de la Europa cristiana que es Cracovia. En 33 años, sin apenas estudios, pobre de solemnidad, un rosario de dolencias y enfermedades, a caballo entre su celda y el hospital, sospechosa hasta par sus mismas compañeras de hábito, bajo la lupa de la Iglesia, en interdicto desde su muerte hasta 1978... sor Faustina iba a cambiar el mundo e iba a extender por los cinco continentes la única devoción inventada en el siglo XX, el más homicida de toda la historia -tranquilos, es muy probable que XXI le supere, denle tiempo-: la Divina Misericordia. ¿En qué consiste? Pues, como todo descubrimiento teológico, en resaltar un aspecto que ya estaba en los textos sagrados de hace 4.000 años: el hombre no es anda ante Dos, mejor acogerse a su misericordia que a su justicia.

 

Cuando leí el Diario de Santa Faustina llegué a la conclusión de que sólo en Polonia, en aquella atmósfera, podía haber surgido una mujer tan ignorante, casi analfabeta, capaz de escribir lo que estaba leyendo. Aquello no era humano sino revelado, seguro. Ni el mayor genio, ni el más profundo filósofo, ni el brillante novelista, sería capaz de rajar la naturaleza humana como en aquel texto, que no precisa de ninguna búsqueda en el diccionario para quien hay superado la primaria. Nadie sería capaz de redactar semejante impostura. Nadie puede describir con tamaña perfección la naturaleza humana.

No me extraña que el Vaticano pusiera las obras de Kowalska en interdicto: O era obra de Dios o de Satán.

En 1978, un cardenal llamado Wojtyla consigue que su paisana sea rehabilitada. Convertido en Juan Pablo II, y coincidiendo con la extensión de la devoción a la Divina Misericordia como una mancha de aceite entre todas las razas, el Papa beatificará y canonizará a la religiosa polaca. En 30 años, la imagen de la Divina Misericordia recorre el mundo y millones de personas rezan cada día La coronilla, preferentemente a las tres de la tarde, la hora de la misericordia, la hora en que murió Cristo.    

Y más: fue la única fiesta litúrgica instaurada por Juan Pablo II en sus 25 años de pontificado, el tercero más largo de la historia. El primer domingo de Pascua, es decir, el próximo 30 de marzo, se celebra la Fiesta de la Divina Misericordia, a la que el polaco quiso dotar con todos los honores: indulgencia plenaria para quien confiese y comulgue ese día, un segundo bautismo, un empezar de cero.

"Jezu ufam Tobie" ("Jesús en ti confío"): es la frase de la humanidad actual, el secreto del universo, el último regalo de Polonia al mundo, la vencedora de la acidia.

Eulogio López