José Manuel García-Margallo (en la imagen), ministro de Exteriores, es, posiblemente, la cabeza mejor amueblada del Gobierno Mariano Rajoy, además de uno de los hombres de mayor confianza del presidente. Sin duda, el más ilustrado de todos y, además, un tipo sin miedo a confesarse católico practicante, lo que no está muy bien visto en un político. Pero, como decía Luis Valls, la banca, como la política, "no soporta gente brillante".
Y así, a una cabeza tan bien amueblada no ha conseguido que a España dejen de tomarle el pelo en el extranjero. Por ejemplo, la tiranía castrista le ha tomado el pelo a España en la persona del pobre Ángel Carromero. Tengo mis dudas de que no fuera el tirano Raúl Castro quien provocara el accidente que le costó la vida al disidente Oswaldo Payá. Pero, aunque así no fuera, Cuba, con viscosa premeditación, ha culpado al pepero Carromero.
Al final, la víctima de la dictadura ha sido condenada y, como muestra de buena voluntad, se permitirá su traslado a España, se supone que para cumplir sentencia en un país civilizado. Lo de Carromero ha sido un verdadero secuestro y encima el Gobierno español debe estarle agradecido a dos miserables como los hermanos Castro.
Otro detalle de cómo nos toman el pelo en el exterior: Gibraltar. Los llanitos ya compiten en natación y en la Eurocopa de fútbol, sin que España haya planteado marcharse de toda aquella competición deportiva en la que figure la colonia británica.
La historia de Gibraltar es la historia de una cesión permanente de España ante esta roca convertida en paraíso fiscal y taller de reparaciones de la Royal Navy. Y la única forma de detener la prepotencia británica consiste en volver a cerrar la verja. Si quieren salir, que salgan por mar o por aire.
Eulogio López
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