Con motivo de celebrarse 25 años de su estreno en Francia, llega por primera vez a las salas de Madrid y Barcelona Thérèse, una biografía sobre Santa Teresita de Lisieux. Una película muy aclamada en su país natal, en el año 1986, que retrata con respeto estampas de la vida de la santa pero que incluye en el desarrollo de su trama elementos chocantes que no la hacen recomendable sino para un público muy bien formado.
Tomando como punto de partida el libro escrito por Santa Teresita de Lisieux, Historia de un alma, el director Alain Cavalier narra momentos de la vida de esta santa fallecida a los 24 años de edad.
Con una puesta en escena minimalista por la que no parece haber pasado el tiempo, Thérèse refleja con respeto al personaje de Santa Teresita, a la muestra como una joven alegre, abierta e idealista quien, debido a su enamoramiento de Jesús y su confianza en Dios, decide a una edad muy temprana entrar en el Convento de Lisieux (donde ya profesaban sus dos hermanas mayores). Mediante imágenes de narración no lineal se muestra cómo el trabajo excesivo en el convento, unido a su fragilidad corporal, se tradujo en una enfermedad que le llevó muy pronto a la muerte. Pero a través del sufrimiento Teresita siempre conservó una inocencia espiritual que desarmaba a todos aquellos que la conocían.
Este ejemplo de vida está muy bien reflejado en la película, por ello resulta una verdadera pena que la descripción de la vida espiritual de la santa se rodee de situaciones y personajes (que conoció en el convento) que rozan lo morboso e, incluso, lo escatológico que distorsionan lo que a priori debía ser una gran película, con una factura visual muy bella y un contenido espiritual a toda prueba. Esos aspectos que chirrían son, por ejemplo, como se plasma, la amistad que una hermana joven sentía por ella (que parece más una pasión pecaminosa) o descripciones muy chocantes de lo que las hermanas del Carmelo entendían como amor al prójimo, es decir, beberse el agua con el que habían lavado a enfermos, alguno de ellos leprosos Esos elementos perfectamente eliminables, y que parecen salidos más de la subjetividad del director que de la vida de la santa, sacan al espectador de la trama fundamental de la película: la vida ejemplar de Santa Teresita de Lisieux.
Hace 25 años Thérèse ganó en el Festival de Cannes el premio a la mejor película, pero esos elementos subjetivos introducidos por el director la convierten en un largometraje en algunos momentos desasosegante que es todo lo contrario a la paz que conlleva leer los manuscritos autobiográficos de Teresa de Lisieux, declarada Doctora de la iglesia en 1997.
Para: Un público muy formado que sepa separar lo accesorio de lo fundamental de la película de Santa Teresita de Lisieux