Al final, la pandemia de chifladura no se ha extendido tanto como algunos temíamos: la película Brokeback Mountain, la historia dos vaqueros un poquito gays, de Ang Lee, ha sido premiada en la gran Gala Anual de Hollywood, pero no con 8 estatuillas, sino sólo con 3, dos de ellas de alta calidad: mejor director, mejor guión adaptado (¿De verdad un guión tan pestiño fue antes una novela?) y mejor banda sonora.
En definitiva, el Nuevo Orden Mundial (NOM) no ha logrado sus propósitos, que eran conseguir para la cinta de Lee los ocho galardones para los que había sido nominada y dar un paso de gigante en su estrategia para imponer la homosexualidad en todo el planeta.
El Nuevo Orden Mundial tiene como canal político a Naciones Unidas y como canal económico, que son quienes realmente detentan el poder en el NOM, a los ricos del planeta, sea en forma de Club de Bilderberg, del Foro de Davos o de la ahora mortecina Trilateral. Sus terminales están bien asentadas en Europa y Japón, y algo menos, aunque también, en Estado unidos. Terreno Vedado traducción española un tanto libre- era su gran oportunidad para consagrar la homosexualidad como realidad inevitable y, lo que es más importante avanzar en la criminalización de toda persona o institución especialmente la Iglesia Católica- que se oponga al aberración de la brown Revolution.
Más que terreno vedado, deberían haberla traducido como Terreno Abonado. En el doble sentido : por vender como amor lo que no es más que una gran cochinada, puro abono, y por abonar el terreno para reducir la libertad de la persona hasta el punto de considerar un delincuente a quien simplemente se atreve a decir en voz alta que el emperador está desnudo.
La brow Revolution tiene un especial interés en no mostrar lo que los críticos horteras llaman ahora sexo explícito. Lee ha acogido el texto para reivindicar el absurdo de que dos cowboys, prototipo de la virilidad (sí, es un chorrada, pero son el prototipo icónico de la virilidad) también puede ser monfloritos. Ahora bien, en la película, se cuida muy mucho de no mostrar, sólo insinuar, sus relaciones anales, que el lobby se empeña en calificar de sexuales.
La razón es muy simple: si lo hiciera, se vería que el emperador va desnudo, porque lo políticamente correcto puede alabar el cerebro de la persona, pero no su imaginación. Quiero decir, que si hubiera mostrado relaciones explícitas de los dos chicos Marlboro, el sentido de repugnancia más acuciante que el sentido común- de muchos espectadores habría desbaratado todo el embuste. La gente puede no tener conciencia, pero suele tener estómago. Así, la gran estafa del amor homosexual es que ni es amor ni es sexo. Habrá que repetirlo : introducir el falo en el ano no es sexo, es una guarrada. Por eso Lee, y todo el lobby rosa, ocultan la verdad más primaria. ¿De qué hablamos cuando hablamos de homosexualidad? Justamente de eso, es la brown revolution, contra la que se rebela, no la Iglesia Católica o los conservadores, sino la naturaleza, que no está preparada para tan curiosas actividades. Dice que Lee que ha aprendido mucho tanto sobre los homosexuales como sobre la existencia del propio amor en sí, una frase que más parece dejar bien claro que él no es gay que otra cosa.
En cualquier caso, el Nuevo Orden Mundial continúa siendo el mayor enemigo de la humanidad. Es el enemigo de siempre: la minoría aristocrática contra la mayoría de los mortales. Por lo general, la minoría poderosa nunca ha triunfado si no ha contado con el apoyo de una parte de la mayoría que, inconscientemente, le hace el trabajo sucio. El Nuevo Orden se empeñó hace 30 años en implantar el aborto y la anticoncepción en el mundo, es decir, en eliminar a la persona. Y es verdad que lo ha conseguido : Occidente es una sociedad de hijos y la anticoncepción y las esterilizaciones masivas, el odio a la maternidad y a la vida, cunden ya en buena parte del Tercer Mundo.
Pero tras la eliminación de la persona tenía que venir la aniquilación de la familia, que es como la persona, pero peor: porque la unidad de la familia es libre, voluntaria y raíz de toda organización social, económica, cultural o política, desde el comienzo de la historia. Así que, contra la familia natural, el Nuevo Orden ha lanzado la homosexualidad como sólo ellos saben y pueden hacerlo : por la fuerza. En efecto, el objetivo no es que haya familias gays, sino terminar con la familia heterosexual, que ese sí que comienza a ser un terreno vedado. Por eso, todo el empeño del Lobby Rosa, mera sucursal del Nuevo Orden, no termina con la regulación del matrimonio gay que no les importa un pimiento, porque la homosexualidad es antimatrimonial por naturaleza- sino conseguir que se persiga, con la fuerza de la ley, naturalmente a todo aquel que se atreva a manifestar su postura contra la brown revolution.
Si se generalizara la homosexualidad, la raza humana desaparecería de la faz de la Tierra, y antes desaparecería la familia, sustituida por la reproducción programada de un mundo feliz o sencillamente por el suicidio colectivo. Y lo malo es que también en esto obtienen sus éxitos. Así, están ganando la batalla de la normalidad e incluso quieren más: quieren meter entre rejas a cualquier disidente.
¿Son culpables los homosexuales? Todos no, desde luego. Ser homosexual es una desgracia como existen otras. Llámenle patología o problema psicológico, el asunto es que, antes que enfermedad, es una degradación, un defecto. Y todo defecto, absolutamente todos, pueden solucionarse con una sola condición: que no nos empeñemos en convertirlo en una virtud.
Dicho de otra forma: lo malo no es el homosexual, sino la homosexualidad. Y lo peor no es la homosexualidad, sino el orgullo gay. Los culpables son los zapateros y zerolos, que en lugar de ayudar al degradado a recuperar su dignidad, le animan a seguir revolviéndose en el fango e incluso a sacar la cabeza por encima de inmundicia para afirmar, retador: revolverse en el fango es lo mejor y más digno. Insisto : lo malo no es lo gay, sino el orgullo gay. Es decir, aquellos que, como Ang Lee, utilizan a los homosexuales para medrar en su posición política o en el templo de la fama, ofreciéndoles la venenosa coartada para abrasarse mutuamente y para continuar en el barro. No se preocupen, que ni Zapatero, ni Zerolo, ni el señor Lee, les ayudarán a salir del mismo.
Y que conste: no dar la voz de alarma sobre la sima donde se hunde el homosexual al que se asegura que lo suyo es normal, comporta una responsabilidad que yo, desde luego, no quisiera asumir.
Eulogio López