Se trata, sobre todo, de una compilación de medidas anteriores con envoltorio nuevo. Lo principal: 950 millones para logística. Los fabricantes aseguran que del sector dependen 1,5 millones de empleos. Renault recoge lo que despreció SEAT: pretende abanderar la construcción del futuro coche eléctrico, pero a cambio de subvenciones. Mientras, las ayudas públicas francesas y alemanas rompen todo el entramado de solidaridad del mercado único europeo. Ahora, en la UE de 27 países se imponen los fuertes, especialmente Francia y Alemania.
El Gobierno Zapatero parecía responder a las demandas de los fabricantes con un nuevo y rimbombante plan. Esta vez han dado en llamarlo Plan Integral del Automóvil. El acrónimo PIA no dará lugar a los juegos del plan VIVE, muy criticado por haber nacido muerto, pero es el tercer plan del Gobierno sobre esta materia y la segunda rectificación de Industria tras sus anteriores fracasos. El problema es que el nuevo plan es más bien una paquetización de medidas y pone poco dinero sobre la mesa. El Gobierno echa mano también de los programas de innovación correspondientes al ministerio de Ciencia e Innovación e implica a los Ministerios de Turismo, Trabajo, Fomento y Economía. No es la primera vez que las mismas medidas se venden dos o tres veces. Lo más novedoso son las ayudas para la logística, valoradas en 950 millones para permitir el transporte ferroviario, ya que los gastos de transporte del sector superan incluso a los gastos de personal.
Según el ministro de Industria, Miguel Sebastián, el plan ha sido negociado, pero al cierre de esta edición se desconoce qué opina ANFAC. La patronal del automóvil ya había enviado un mensaje a Sebastián: los 'eres' en el sector automoción se multiplicarán si no aumentan las ayudas. Ojo, no hablamos de ayudas al consumo (Plan VIVE) sino también a la construcción. En otras palabras, la patronal de automóviles, todas firmas extranjeras, pretendía que el Ejecutivo español, que ha fracasado con el plan VIVE, aumentara sus subvenciones en una combinación a la francesa y a la alemana. De otra manera, el empleo caerá en picado en un sector del que dependen, según las cifras de ANFAC (generosa siempre entre directo, indirecto y ultra indirecto) 1,5 millones de salarios. No olvidemos que la venta de coches en España se desplomó un 40%. En este sentido, el PIA suma 4.000 millones, pero lo hace a través de planes ya previstos, desgravaciones y ayudas de I D principalmente.
Como se sabe, el Gobierno alemán ofrece más de 2.000 euros al comprador de automóviles, mientras el francés ha liberado 6.000 millones de euros en ayudas directas a la producción.
En un primer momento, Sebastián quería que fuera SEAT, la mayor planta de fabricación de España, quien tomara bajo su mano el lanzamiento del coche eléctrico, que sólo es posible con ayudas públicas de gran dimensión, por cuanto no sólo hay que incentivar la fabricación sino toda una red, una nueva infraestructura, que alimente de combustible al nuevo vehículo. En suma, subvenciones públicas de gran calado. Pero Volkswagen respondió que ellos no creían en el coche eléctrico. No lo veía posible, reaccionó el famoso presidente de Renault, Carlos Ghosn, quien vio la oportunidad de atraer dinero público. El jueves, Ghosn, en la presentación de unos resultados decepcionantes de la marca francesa en todo el mundo, aseguraba que las factorías de Valladolid y Palencia, así como las británicas, dependían del coche eléctrico, es decir, de las subvenciones públicas. Más claro, agua.
Por cierto, Nicolás Sarkozy, alabado por los grupos Renault y PSA, ha iniciado un camino peligroso, al ligar las subvenciones públicas del Estado francés a los constructores al mantenimiento del empleo en Francia. Lo mismo puede decirse de su colega, Ángela Merkel, que ha decidido ayudar a sus constructores -Mercedes, BMW y VW, sobre todo- subvencionando la compra de automóviles.
Con ello, ambos mandatarios han roto la solidaridad que se deriva de un mercado único europeo, creando una Europa de 27 países, donde los fuertes se imponen a los débiles porque pueden subvencionar más, y porque ligan dichas subvenciones al mantenimiento de los puestos de trabajo, o a la adquisición, en sus países de origen, un esfuerzo que no pueden permitirse otros Estados con menor músculo financiero.
Y mientras tanto, Bruselas calla. A franceses y alemanes no se les puede reñir.
Eulogio López
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