El paro ha dejado de ser uno de los frenos más importantes del desarrollo sostenible de la economía española.
Sin embargo, en los últimos ocho años se ha convertido en causa de discriminación entre hombres y mujeres. Un gran obstáculo, cuando no una muralla infranqueable entre ambos sexos, manifestada con crudeza en la tasa de paro femenino, casi el doble del masculino.
Como muy bien se pedía, no hace muchos días, desde el editorial de uno de nuestros periódicos más influyentes, las políticas de empleo deben orientarse a elevar la tasa de ocupación femenina y, al mismo tiempo, acelerar la estabilidad de los puestos de trabajo, mediante la contratación fija. Pero olvidaba destacar que toda reforma laboral que se precie de progresista y de promoción de la mujer tiene que facilitar la conciliación de la vida laboral y familiar.
Pues bien. Un hipermercado o gran superficie es en esto un buen ejemplo. La empresa española de distribución ha decidido pagar el salario íntegro hasta el momento del parto a las embarazadas que se den de baja desde el quinto mes de gestación. En los puestos de trabajo que requieran de mayor esfuerzo, la medida se adelanta a los tres meses de embarazo. La medida será efectiva a partir del próximo 4 de septiembre.
La empresa que preside el valenciano Juan Roig tiene más de 50.000 empleados, un 67 por ciento son mujeres (35.530). La edad media de la plantilla es de 32 años y el año pasado las trabajadoras de la empresa sumaron 3.600 partos.
Los sindicatos han valorado la decisión como un paso más en la conciliación de la vida familiar y laboral. Ojalá cunda el ejemplo de esta medida que facilita la decisión libre de la mujer a tener hijos sin renunciar a su trabajo profesional.
Clemente Ferrer Roselló
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