"Por lo visto, nada pasa hasta que telesucede". Que la lejanía quede más cerca de lo que piensas y lo real puede haberse imaginado antes, no es nada más que mucha ciencia con ficción.
Mando en mano y pulgadas al mediato alcance, lo que acontece en pantalla, sea o fuese bueno y fuera si es malo, cubre y protege hasta que la emoción herida se resiente y apaga el aparato.
Numerosos ratos sin retos y de soledad se suplen en compañía de series poco serias elegidas a la carta o con deportes sin cortes que cierran puertas a pasiones frenadas. La caja tonta, como así llaman los más listos, ejerce como juez y referente de nuestras vidas porque nadie es capaz de vivir todo si sólo vive una vez ni tampoco en el mismo momento aunque sola crea en la señora "re-Encarnación".
Se quiera o no, la atenta tele-tonta tele transporta hacia aquello que sólo la mente imagina en ficción de manera abstracta hasta que se contrasta con la imagen sin semejanza. Imaginen que la teleficción americana no hubiese emitido la huella del hombre en la luna o caer a dos gemelas en plena capital, ¿nos lo creeríamos?, pues unos lunáticos sí y otros no… o quizá sí.
Es fácil decir, prometer y contar sin mostrar, ¿verdad? -Ojos que no ven corazón que se lo cree y a ojo visto todo era pulga-.
¡Por cierto!, es cierto, no se engañen creyendo que sabemos todo y que pasa como lo cuentan. Por lo oído y leído, hasta que no haya imagen sólo es imaginación, o al menos eso creo yo… ¡hasta la vista!
Oscar Molero Espinosa