Sr. Director: 

Puedo asegurar y aseguro, querido lector, que ni mis progenitores ni ningún antepasado mío hizo curso de tocamiento alguno, y aquí estoy.

Mi familia debemos ser muy primitivos ya que ni mi esposa ni un servidor tampoco hemos hecho curso semejante y nos hemos relacionado y reproducido con toda normalidad. Puede que esta actitud esté desfasada hoy día. Ya se sabe: Todo es posible en Granada.

El objeto de este escrito es contar lo que me pasó el día 28 de mayo.  Siendo alrededor de las 8 de la mañana, me dirigía al trabajo, me encontré con un buen amigo con el que tomo café diariamente.

Lo vi acercarse con el paso muy acelerado, repentinamente me despachó con un ¡Adiós¡ de aliño y extrañamente prosiguió sin pararse un solo segundo.

Ante tan esquiva y hosca actitud pensé que algo grave le ocurría. Corrí tras él, lo abordé y pregunté preocupado: ¿Qué te ocurre?, ¿tienes algún problema? Me respondió con un rotundo No. Volví a inquirir: ¿Entonces a qué viene tanta prisa? A lo que me contestó: Voy al Ayuntamiento de Granada a apuntarme, como monitor, a unos talleres de tocamientos para jóvenes, los van a impartir todos los viernes en el botellódromo.

Como tú sabes en mi juventud fui  maestro de Tocón y recordarás que cada vez que me presentabais  a una chica os tenía dicho que lo hicierais diciendo: Aquí el maestro Tocón. Aquella presentación y el implícito juego de palabras, recordarás, surtía un efecto irresistible  que me brindó varias y placenteras relaciones, incluso de esta forma conocí a la que hoy es mi mujer.

Así que, exponiendo esto y sumándole mi hoy sosegada experiencia, tengo la  absoluta certeza que me han de admitir. Diciendo estas palabras añadió: Ya te informaré, y a paso aún más ligero que el de su llegada, pretendía recuperar el tiempo perdido,  se alejó y lo perdí de vista rápidamente.

Más tarde leí la notica completa en la prensa y me apené por mi querido e iluso amigo. El Ayuntamiento de Granada, juntamente con el taller de tocamientos, ofrece a los jóvenes un taller olfativo. Pobre hombre, como tenga que oler los vómitos, orines, excrementos de todo tipo, basura, etc; que es lo que por allí abunda¡Apañado va!

¡Para ver cosas... estar vivos!

ManuelVillena Lázaro

manolovillena@hotmail.com