El Gobierno ha oscilado entre la caradura de una Fernández de la Vega que llegó a acusar a los pescadores de pescar donde no debían -si estaban autorizados para ello, ¿por qué no han de trabajar, por miedo a que les secuestren unos sinvergüenzas?- o a la ministra Chacón quien ha reiterado que si quieren protección deben pescar donde el Gobierno pueda protegerles, lo que representa una confianza ciega en el derecho internacional y el imperio de la ley. Antes había llegado la nueva tontuna del portavoz parlamentario del PSOE, José Antonio Alonso, que ya había descubierto al culpable: Mariano Rajoy, porque no ayuda, no echa una mano. ¿Cómo ayudar a un disparate? Los disparates se denuncian, corrigen y enfrentan, no se apoyan.
Basta con leer los comentarios de las tertulias de hoy para darse cuenta de lo que piensa cualquiera con sentido común: ZP es tan pacifista que dialoga hasta con piratas. Lógico, si pagaste una vez, ahora los piratas saben que España pagará siempre, que España es un país débil con un Gobierno que no protege a los suyos.
Y tampoco tenemos potencia de fuego, diplomacia, dado que el Gobierno de Somalia algo podría hacer, aunque se trate de un país de taifas. Se echa de menos, aquí sí, la reacción de Aznar en Perejil.
Cuando se disfraza la cobardía de pacifismo y diálogo, surge el síndrome de Estocolmo: el culpable es la víctima.
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com