- Presentó sus quejas ante la corte islámica por el acoso sufrido en un convento en las últimas semanas y quedó 'atrapado' junto a 20 feligreses más.
- El padre Hanna guió y protegió a la comunidad católica local, aun cuando el territorio había caído bajo el control de los yihadistas.
- El Papa Francisco convoca a los cardenales y patriarcas orientales a un consistorio para analizar la situación de los cristianos en Oriente Próximo.
El párroco franciscano fue secuestrado en la aldea cristiana de Knayeh junto con unos veinte de sus feligreses por un grupo de yihadistas militantes en la noche entre el domingo 5 y el lunes 6 de octubre.
Fuentes locales de Fides explican que en los últimos tres años el p. Hanna fue capaz de guiar y proteger a la comunidad católica local, aun cuando el territorio había caído bajo el control de los rebeldes anti-Assad. Con el transcurso del tiempo, habían asumido posiciones de poder en esa zona del norte de Siria los yihadistas del Estado Islámico y luego los quaedistas de Jabhat al-Nustra. Detrás de los grupos anti-Assad -a menudo confrontados en luchas sangrientas- habían comenzado los abusos contra la población local: impuestos injustos, embargo de bienes y casas vacías que eran ocupadas por los milicianos yihadistas.
La iglesia y el convento estaban todavía abiertas y activas, a pesar de tener que renunciar a tocar las campanas y sometiéndose a la obligación de cubrir las estatuas y las imágenes sagradas expuestas al aire libre. El padre Hanna pudo con dificultad mantener los canales de contacto con los grupos de las milicias para asegurar la viabilidad mínima en las actividades de la parroquia. Cada cinco o seis meses, salía por breves incursiones de la zona controlada por los rebeldes -la última vez, hace menos de dos meses para someterse a una cirugía en el Líbano – pero luego siempre habían regresado y reanudado su misión pastoral. La escuela permaneció abierta, a pesar de tener que someterse a las reglas impuestas por el nuevo régimen islamista.
En los últimos tiempos, la situación se ha complicado. Las expropiaciones y saqueos por parte de las milicias se han intensificado, especialmente contra el convento. Los grupos armados han tomado las tierras, se han apoderado de la cosecha de aceitunas, han comenzado a acampar en el convento de las Hermanas. En ese momento, el sacerdote de la parroquia franciscana fue ante la corte islámica -el organismo creado en la zona bajo el control de los islamistas para administrar justicia según la ley islámica- con el fin de denunciar el acoso sufrido. Unos días más tarde, se realizó la expedición de la brigada que le secuestró a él y a algunos de sus jóvenes parroquianos.
Un episodio que dice mucho de la fiabilidad y del sentido de justicia de las entidades pseudo-jurídicas con las que los islamistas buscan imponer su "orden" en las zonas bajo su control. "Ahora", confiesa a la Agencia Fides un hermano de comunidad del padre Hanna "no sabemos qué hacer. Hay muchos grupos y bandas armadas que actúan de forma independiente, sin supervisión. No existe un único interlocutor. Esto aumenta la confusión. Estamos esperando a que alguien aparezca y nos diga algo. Y oramos para que nuestros amigos vuelvan pronto en libertad".
Después de conocer la noticia del secuestro en Siria de ese párraco y veinte cristianos, el Papa Francisco ha convocado a los seis patriarcas orientales para analizar la situación de los cristianos en Oriente Próximo, según explicó el jefe de la Oficina de Prensa del Vaticano, el padre Federico Lombardi.
José Ángel Gutiérrez
joseangel@hispanidad.com