El aborto tuvo el mismo recorrido desde 1973: primero despenalizar, luego aborto libre, gratuito -muy importante- y, finalmente, aborto obligatorio. ¿Exagero?

En absoluto, desde el poder, hoy se han puesto en marcha elementos sociales que casi obligan a la mujer a no tener hijos o a limitarlos al máximo, por no hablar del engaño del aborto químico, que no se entiende como tal aborto, con la diferenciación mentirosa entre anticoncepción y aborto, distinción que ya no existe en la farmacopea actual.

Naturalmente, la táctica para subir esos cuatro escalones es siempre la misma: el verdugo se convierte en víctima. Así, Noticias Globales nos cuenta que el Gobierno francés, con el apoyo de países tan curiosos como México -exactamente, ¿a qué juega don Felipe Calderón?- se propone emitir otro de esos misiles diplomáticos de Naciones Unidas, para prohibir la homofobia en todo el mundo. Naturalmente, si todos los acusados de homofobia en los cinco continentes debieran ser eliminados, la tierra se despoblaría, pero no es esa la cuestión. La cuestión es que pasamos de solicitar para los gays a equiparar las relaciones homosexuales -basadas en algo tan cochino como eso que está usted pensando- con el amor entre hombre y mujer. No olvidemos -por algo será- que el gaymonio sencillamente no ha existido, jamás, en la historia. Pero no es esa la cuestión.

La cuestión es lo que ahora pretende la ONU: otorgar al homosexual el poder para decidir, y castigar, quién es homófobo y quién no: bombero pirómano o juez Zerolo. Y no necesito decirles que, para los del orgullo gay, para el lobby rosa, todo heterosexual es sospechoso de homofobia. A partir de ahí, el asunto es fácil: con la fuerza del Estado, podemos imponer la homosexualidad obligatoria. Con un poco de suerte, nos libraremos de la violación anal, pero no de un ambiente donde lo bueno es lo homo y lo perseguido lo hetero, es decir, lo normal y lo que asegura la prosecución de la raza humana sobre la faz de la tierra.

Como todo el progresismo relativista del que forma parte, el lobby rosa, o lobby arcoiris, propende a la desaparición de la raza humana y a la tiranía. Sigo pensando que no falta mucho para que el lobby lleve a los tribunales a la Iglesia Católica por homofobia. Suprimida la ley moral objetiva, la única manera de objetivar la moral, sin la que ninguna sociedad puede subsistir, son los tribunales, el Gobierno más terrible de todos, el Gobierno de los jueces. Insisto: de la libertad para la homosexualidad a la homosexualidad obligatoria y a la tiranía no hay un paso, hay varios, pero el camino es rectilíneo y sin obstáculos. Porque los sarasas más retorcidos han impuesto que quien se opone a la sodomía nunca actúa con rectitud de intención, sino de forma espuria, malvada y ferozmente antidemocrática.

Por cierto, la coletilla de Noticias Globales también merece la pena: una universidad católica albergando premios homo. Alguien debería decirles algo, porque éste constituye de los síntomas de este camino a la tiranía desde el pluralismo, uno de los fenómenos más preocupantes del momento actual: no se trata de destruir a la Iglesia sino de conquistarla.

Eulogio López

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