Salió mal y los rehenes franceses fueron asesinados. Pero no olvidemos que la única forma de acabar con la industria del secuestro es intentar liberar a los rehenes enfrentados y castigar a los asesinos que se dedican a secuestrar barcos en el Índico o turistas europeos en el Magreb.
Felicitación temporal, dado que Sarkozy ha acabado cediendo al chantaje tersita para no ganarse más impopularidad.
Pero las cosas van de mal en peor. Ahora, el presidente francés le ha dado contra Libia con tal de conseguir una mayor notoriedad mundial. Contra Libia, que no contra Argelia, porque en Argelia, donde el régimen de Buteflika también ha hecho escabechinas entre la población, no hay que tocarla: son muchos los contratos que tienen las industrias nuclear y gasista francesas con su ex colonia.
Y lo peor: Costa de Marfil. Bien está que las tropas galas entren en Abidjan para proteger a los occidentales, pero no tanto que, por muy ganador que sea de las elecciones, Francia apoye al presidente musulmán Alassane Ouattara, cuyas tropas -ya no lo niega ni él mismo, aunque promete una 'investigación'- han degollado a 800 civiles, supongo que por pérfida colaboración con el enemigo.
Al parecer, Sarkozy casó al amigo Ouattara con una francesa en sus épocas de alcalde. Pero, caramba, no conviene exagerar los deberes del padrinazgo. Y es que esto de matrimoniar crea lazos a veces muy molestos.
En cualquier caso, en todo el Golfo de África los cristianos sufren la violencia musulmana procedente del Magreb, en países como Nigeria, Benin, etc., un Islam especialmente violento que quiere imponer la Sharia y masacrar cristianos. Y es curioso, no es que profesar la fe cristiana asegure la santidad pero sorprende que así siempre sean musulmanes los que asesinen cristianos, no al revés.
¿Es eso lo que Nicolás Sarkozy quiere para África?
Eulogio López
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