Por los años setenta, un amigo mío universitario, que llamábamos El Gorila, se me quedó mirando, y me dijo: ¡qué bien te pegaría a ti ser comunista!.
Sorprendido, le respondí: y... ¿por qué?. Y según me explicó, parece que él me veía como un tío muy austero. ¡Más sorpresa para mí! Entonces di un repaso mental a mis amistades y me di cuenta de que mis amigos de izquierdas eran, salvo raras excepciones, menos austeros que los demás; por lo tanto, le contesté: no sé si seré austero o no, pero en caso afirmativo, tal vez ésa sea precisamente una de las causas principales por las que no se me haya ocurrido seguir la ideología que dices.
Recuerdo que, años más tarde, en una entrevista en televisión, le preguntaron a un Oriol sobre cómo había llevado lo de las comidas durante el tiempo en el que estuvo secuestrado, y vino a decir que no había tenido problemas porque a él, desde pequeño, le habían enseñado que había que comerse todo lo que a uno le pusiesen, aún las piedras.
Pero lo sorprendente no es que a uno le cuelguen sambenitos; lo peor es que haya quienes, en vez de tratar de sacudirse el sambenito que le han colgado, se lo ciñan aún más.
No entiendo, por ejemplo, cómo un periódico de derechas destaca la siguiente frase de Fraga, también de derechas: El PP apoyará todas las medidas en defensa de los trabajadores porque no es un partido de derechas en el sentido tradicional. ¡Asombroso! ¡No sabía yo que los partidos de derechas en el sentido tradicional no apoyasen las medidas en defensa de los trabajadores! ¿Qué partidos son esos? Yo estudié en un Instituto Laboral, y, ¡qué más quisiésemos que los IES actuales funcionasen como lo hacían aquellos Institutos!
Vicnuel Sánchez González