La portavoz parlamentaria del PP, Soraya Sáenz de Santamaría, ha querido demostrar -más bien mostrar- la modernidad de la derecha española -donde exhibe un modelo ámame-por-mi-inteligencia-, apelando a la susodicha libertad de enseñanza.
De inmediato, las lenguas viperinas de la capital política del Reino (no muchas, considerando que cada madrileño sólo posee una) le han recordado al líder de la oposición que la mentira tiene las patas cortas, como Soraya, una maldad de tintes sexistas que no conviene ni citar.
No es casualidad que la portavoz parlamentaria del PP destaca por su progresismo centrista, no en vano es una furibunda partidaria del aborto, del matrimonio gay... y de la libertad de enseñanza, dispuesta a predicar con el ejemplo y enseñar todo lo enseñable. Van como van y pasa lo que pasa.
Hasta ahora la guerra de la frivolidad femenina en política se la llevaba de calle, la ministra de Defensa, Carme Chacón, pero la irrupción de Soraya anticipa malos tiempos para el PSOE. Desde las fotos-Vogue. Donde, por cierto, la ministra Salgado exhibía una pose chaisse longue, parecida a la de Soraya. Urge que las nuevas adquisiciones de ZP, un sincero feminista que jamás ha pensado en utilizar a la mujer en política sino en fomentar el poder femenino, ponga sus cartas sobre la mesa: Chacón más alta que Soraya, lo cual no es muy difícil, Bibi se ha ido en traje flamenco pero con abertura lateral, y Fernández de la Vega y Maleni, al fondo, por razones obvias, aunque mandando.
Todo sea por la liberación de la mujer. Además, ellas no lo hacen porque las miren sino por las demás, para que todas las mujeres puedan liberarse y, en líneas generales, por el progresismo, idéntico móvil que el de Pedro José Ramírez, director del diario donde Soraya muestra el aperitivo, pero promete mucho más. No, no busquen ustedes en los anuncios de contactos: el parecido sólo es formal.
Lo peor es que va a ser difícil convencer a muchos hombres, y a muchas mujeres, que una hembra exhibicionista puede tener en el cerebro y en el corazón algo más que su propia vanidad o que puede vivir con otro sentido que la insoportable levedad del ser. Lo de Soraya no tendría especial importancia, una anécdota más, si no fuera por lo que implica y representa: claro que estamos ante una política a la que la vida y la familia le importan muy poquito, y que ha hecho del posibilismo y la ligereza su plan de vida. ¿Podía ser de otra forma? La frivolidad, como la verdad, es una. Y bastante compacta.
Pta: estoy esperando la carta de Pedro José, explicando que todo esto no es sino un divertimento y que el escándalo -no hay escándalo sino superficialidad: el escándalo consiste en incitar a pecar, y visto lo visto, no parece que haya mucho peligro- provocado es propio de mentes neocon. Razón por la cual, ha decidido publicar a Soraya en portada y con teaser de viernes que pre-anuncia el peliculón de fin de semana.
Eulogio López
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