Los afectados por las decisiones de Roverato (Sacyr, Inmocaral y Rayet, principalmente) se preguntan por qué la televisión pública no aprovechó la comparecencia del presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso, para preguntarle qué iba a hacer el Ejecutivo de Bruselas ante el escándalo de la Junta de Eiffage, celebrada el miércoles en París. Pero, al parecer, a los periodistas de TVE no se les ocurrió poner el asunto sobre la mesa.

Recordemos que la Comisión Europea puso contra las cuerdas al Gobierno Zapatero en el caso Endesa.

Rayet, otra inmobiliaria española a la que Jean François Roverato, presidente de Eiffage, le retiró el derecho a voto en la Junta de la constructora gala también acudirá a los tribunales.

Mientras tanto, sorprende el silencio del Gobierno español y de la Comisión Europea. Peor la pregona es la antedicha: ¿Por qué ZP se mantiene en silencio? ¿Por qué cuando la norteamericana Delphi abandona España –ojo, hablamos de una fábrica rentable- en busca de salarios de miseria en países del Tercer Mundo, lo único que se le ocurre a Mr Bean es advertir que las autoridades laborales vigilarán el expediente de cierre de la factoría: ¿es que no lo hacen siempre?

La respuesta a todas estas preguntas es muy clara: el control mediático –verdaderamente estalinista- constituye la característica más acusada del Ejecutivo que presiden Rodríguez Zapatero. Ni Aznar, ni Felipe González, ni la UCD, han controlado los medios, especialmente la TV, como el hombre del diálogo y el talante.

Es ese control férreo (con Radio Nacional y TVE se podría escribir un manual de lavado de cerebros, sin olvidar a Polancolandia, el invento de La Sexta y el grupo Zeta) el que logra ocultar una evidencia: en España lo manda todo, pero allende nuestras fronteras, ZP es un verdadero cero a la izquierda

Eulogio López