La oferta de revistas femeninas ha crecido con el paso de los años con contenidos reincidentes: reportajes, cosméticos, estética, consultorios, viajes, moda, horóscopos y sensualidad, sensualidad, sensualidad.
Los responsables de dichas publicaciones resuelven que la mujer es sólo un cuerpo y que su apariencia conforma su único ideal, sin duda frustrante para aquellas que no alcanzan los cánones impuestos. Estas revistas venden, además de anuncios, vanidad iridiscente como corresponde a un mundo de alta frivolidad. Pero la mujer merece mucho más, merece que se la considere como unidad de alma y cuerpo, como dadora de vida, como alma gemela del esposo y no como una vendedora de trivialidad y egoísmo porque prefiere renunciar al don de su maternidad antes que perjudicar su anatomía con un embarazo.
Entre el feminismo y el culto al cuerpo queda apelar a la dignidad femenina y nadie como el cristianismo pone las cosas en su sitio: la mujer es ante todo la co-creadora con Dios de cada nuevo ser humano y está llamada a alcanzar las mayores cotas en la escalada espiritual. Frente a esto, ¿qué importancia puede tener las predicciones astrales, la manicura francesa o la chocolaterapia?
Ana Coronado
corana22@gmail.com