Las empresas españolas presentes en
La demagogia orgullosa de Kirchner aniquila el prestigio de la economía argentina en Europa y Estados Unidos. Muchos le consideran un aprendiz de dictador
El presidente argentino Néstor Kirchner resulta prodigioso. Es uno de esos tipos que primero te da un bofetón y luego te pide (más bien te exige) que le condones la deuda. Primero te insulta, y luego se muestra dispuesto a hacer el favor de quitarte la cartera.
El nuevo director gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), Rodrigo Rato, llega hoy martes
Por ahí, Kirchner no va a poder presionar a Rato. Y, desde luego, aunque Rato esté en su papel de director del FMI, no le agrada que el Gobierno de Buenos Aires utilice a los piqueteros para maltratar a las empresas españolas presentes en
Es decir, mientras los compradores de deuda argentina son especuladores, y en efecto Kirchner debe luchar contra esa especulación y conseguir que la deuda no ahogue al pueblo, lo cierto es que las empresas industriales han hecho una buena labor en
En pocas palabras, Kirchner necesita la inversión extranjera (inversión de cartera, pero, sobre todo, inversión directa), pero, al mismo tiempo, se dedica a promover un programa revolucionario, donde la policía, su policía, es el enemigo y los amigos son Hugo Chávez, los cocaleros bolivianos y Lula da Silva (¡Qué pena, el triste experimento de un Lula que comenzó siendo un líder de izquierdas, un líder contra el hambre, y corre el riesgo de acabar favoreciendo dictaduras de izquierdas y no mejorar el hambre en Brasil!).
No sólo eso, sino que el principal problema económico del Gobierno Kirchner es, hoy por hoy, la inseguridad ciudadana argentina. Los directivos españoles se vuelven a España porque no están dispuestos a que sus hijos vivan en una sociedad que se desintegra. Pero el demagogo Kirchner no lo ve.
Dice Kirchner que los argentinos no son los únicos culpables de su deuda. Por supuesto, tiene toda la razón. Es más, los argentinos sólo han sido las víctimas de un peronismo que ha disparado el gasto público y que ha alimentado maquinarias de partido (mejor, maquinarias personales) hasta llevar a un país tan rico y tan preparado como
En unas horas caerá en la cuenta de que Rodrigo Rato es un señor muy poco impresionable, incluso tan chulo como don Néstor y al que la demagogia siempre le ha resbalado. Sus defectos son otros, pero no la demagogia.
Y es cierto que el FMI, como siempre, actúa en nombre propio y, por hilazón directa, en defensa de los intereses de la banca privada internacional y de los fondos de inversión y de pensiones, así como de los fondos de alto riesgo, es decir, en defensa de los intereses especulativos del sistema financiero internacional. Ahora bien, los argentinos no hubieran sido víctimas de ese sistema si no fuera porque su clase política ha engordado el gasto público (que no la inversión pública) como instrumento para mantenerse en el poder.
Hay una mala noticia para los argentinos: El prestigio de la nación en los ámbitos económicos europeos y norteamericanos es peor con Kirchner que con ninguno de sus predecesores. En España, principal inversor en
De Kirchner puede decirse lo mismo que de Leon Tolstoi: Es el hermano pequeño de Dios, aunque él nunca ha renunciado a la primogenitura.