Sr. Director:
Llamemos a las cosas por su nombre. Aunque siempre ha habido lenguas indecentes, soeces y agresivas, en la actualidad parece que se han disparado y, aprovechando cualquier circunstancia favorable a su verborrea, comentan la noticia con un vocabulario duro.

A raíz de la aprobación de la dispensación de la píldora del día siguiente, tuve la ocasión de escuchar varios comentarios al respecto. Unos querían ser jocosos, otros se sentían preocupados, otros llenos de indignación. Se escuchaban voces como: ¿Quiere el Gobierno mujeres taradas en su territorio? ¿Sabrán las jóvenes afectadas las enfermedades que acarrea el uso de esta píldora? ¿Qué van a hacer los padres ante tamaño desatino?

Alguien dio la nota fuerte: Ya tenemos putas gratis. Cuando intenté afearle su comentario me aclaró: En el diccionario de la Real Academia de la Lengua se dice, entre otras cosas, que puta es ramera, es decir, mujer que negocia con su cuerpo. Y aunque éstas cobran, la mayoría de las que podemos denominar protegidas del Gobierno, lo harán gratis. Así que -concluyó- llamemos a las cosas por su nombre.

De todas formas, me sigo resistiendo a emplear este vocabulario tan desagradable. Yo sí que les diría a estas jóvenes que usen la cabeza y que, a pesar de las facilidades que les dan, no sean tan ingenuas como para caer en la trampa. La personalidad se demuestra con esfuerzo, y no hay que olvidar que todo lo que se puede hacer, no se debe hacer.

Pepita Taboada Jaén

ptaboada40@gmail.com