El precandidato a la presidencia de la República de México, Alberto Cárdenas Jiménez, propone en este artículo conseguir una segunda y tercera transición en el país, tras la transición política que tuvo lugar en 2000: la social y la cultural. Con la social, se busca acabar con la pobreza; y con la cultural, se pretende incorporar nuevos valores a la vida de la nación, como son la dignidad de la persona, el bien común, la solidaridad y la subsidiariedad.
Gracias a los asistentes, organizaciones de la sociedad civil, que son constructores permanentes de democracia participativa, protagonistas de la humanización de la sociedad. Sus tareas diarias de investigación, de gestión social, de formación cívica, no solo son un apoyo indispensable para el Estado, sino se convierten en la sangre diaria que hace palpitar el corazón de nuestra Nación.
A ustedes, lideres académicos, lideres gestores, lideres educadores, lideres promotores, mi más sincero reconocimiento a su labor. En el proyecto de Gómez Morín, siempre estuvo como eje el llamado a hacer "Escuela Ciudadana", es decir, convertir la ciudad, la "polis", en una autentica comunidad de participación y solidaridad.
Pero además de este reconocimiento por su labor. Quisiera también dar un agradecimiento por estar hoy aquí. Lo digo y lo agradezco, porque la sociedad civil esta cansada de nosotros los políticos. Escándalos de corrupción, constante discusión, falta de acuerdos y repetida incapacidad, son algunos de los elementos de la larga lista que podemos elaborar. Hoy, por ejemplo, nuestros amigos diputados se encuentran, según las encuestas, en un nivel de apreciación menor que el de los judiciales y en un nivel muy parecido al de los narcotraficantes. Esto es realmente preocupante para las instituciones de un país y de una naciente democracia.
La transición a la democracia
El año 2000, significo para este país un parte aguas. Logramos que una transición de poder de grandes proporciones se diera de manera pacífica. No hubo necesidad de una revolución, no hubo sangre como en Rumania, ni odio como en Rusia. Hubo una revolución de terciopelo como la de Praga, fruto de una solidaridad como la que se tejió en Polonia. Muchos de ustedes fueron protagonistas de ese cambio. Recuerdo todavía la portada de un diario Español, el "ABC", que titulaba su portada así Una V de la victoria, y de lado la frase que decía: "Cayo el muro mexicano" en alusión al Muro de Berlín. Para la historia de México, sin lugar a duda, ha sido una de las grandes historias que habremos de contar a nuestros hijos y a nuestros nietos. Los mexicanos escribimos una gran historia, logramos la transición política de manera pacifica.
La transición social y cultural
Pero hoy tenemos otro gran reto. Tenemos que lograr ahora una transición social y cultural. Ambas van de la mano. Cuando hablo de transición social, me refiero al gran reto que tenemos enfrente de nosotros, que se llama POBREZA. Esa pobreza que sufren casi 50 millones de mexicanos. Esa pobreza que señala el sello de injusticia por el que esta marcado este país. Esa pobreza que excluye a un gran número de mexicanos de las oportunidades para un desarrollo auténticamente humano.
Y cuando hablo de transición cultural, me refiero a la nueva visión que debemos tener los mexicanos y a unos nuevos valores que tenemos que incorporar en nuestra vida para lograr precisamente la transición social. Porque en este país hay un problema de profundo individualismo, hay un problema de falta de verdadera solidaridad, hay un déficit de autentica confianza. Estas realidades son también las causas de nuestra pobreza y de nuestro subdesarrollo. Mientras no pensemos en forma de equipo, este país, aunque tenga las mejores elecciones y las mejores leyes, siempre va a quedarse sumido en "lo que pudo ser, pero no quiso ser".
El gran reto, Convertir la pobreza en historia
Tenemos que volver a pensar juntos en el siguiente paso, en el siguiente escalón. Y por eso fije un gran reto, "Convertir la pobreza en historia". Es hora, de que a esta generación le toque dejar atrás el México de los agraviados. El México de los analfabetas. El México de los excluidos. El México del dolor evitable. "Los pobres no pueden esperar más". No podemos esperar a que las cifras macroeconómicas terminen de cuadrar. No podemos esperar a que los inmigrantes se terminen de ir. No podemos esperar a que nuestros hermanos indígenas se vuelvan a levantar. No podemos esperar más. Así como hicimos realidad un sueño que parecía imposible, el de la transición a la democracia, y al final lo conseguiremos. Hoy tenemos que pensar en nuevo sueño, que estoy seguro, lo podemos realizar.
El combate a la pobreza
El Humanismo Político en el que creo, nació como la fusión de lo mejor de dos grandes corrientes de pensamiento. Por un lado, lo mejor del liberalismo político. Es decir, la lucha por el federalismo, por la separación de poderes, por las
libertades cívicas, y por supuesto, la lucha por la democracia, que en aquel entonces no era en lo absoluto una moda mundial.
Yo busco los grandes equilibrios: la libertad, había de ser conducida por la solidaridad, para lograr la justicia social, y la solidaridad había de ser impulsada por la libertad, para asegurar la prosperidad social. Libertad y solidaridad son dos principios que se complementan, que se acompañan. Son dos principios que si no caminan juntos se terminan anulando a si mismos. Nosotros nunca sacrificamos la libertad por la solidaridad, como lo hicieron los comunistas, ni nunca sacrificamos la solidaridad por la libertad, como lo hacen los neoliberales. No, dos principios unidos, siempre unidos.
La doctrina que defiendo se sintetiza sobre cuatro grandes valores que a continuación los vinculo en la lucha contra la pobreza.
En primer lugar, la defensa de la DIGNIDAD DE LA PERSONA, porque no se puede ayudar a la persona, si no se cree en ella. Partimos de la persona, no de la cifra macroeconómica, ni tampoco de la ideología asfixiante. La persona debe ser el eje de nuestras políticas publicas. En segundo lugar, debemos de tener muy claro el objetivo, la brújula, el faro, que es el BIEN COMUN. Es decir lograr las condiciones que permiten el desarrollo integral de la persona en sociedad. No puede haber bien común, donde hay el mal común, que es la pobreza. En tercer lugar, la SOLIDARIDAD, porque tenemos que aprender a mirarnos como hermanos, como tripulantes de un mismo barco. Porque más allá de nuestras diferencias y de nuestras divergencias, tenemos que entender que vivimos bajo el mismo cielo y pisamos la misma tierra. Y en cuarto, porque creo que es aquí donde hay fuertes diferencias, es el principio de la SUBSIDIARIEDAD, que es la capacidad que tienen de ayudar los que tienen más a los que tienen menos. Pero con unas reglas muy importantes. Ayudar solo lo necesario, cuanto sea necesario, solo por el tiempo necesario. Ni más, ni menos. Lo que busca este principio es no generar dependencias. Dependencias que acaban quitando la libertad y la capacidad de las personas para salir de la pobreza.
Este es un principio básico y es aquí tenemos que poner más esfuerzo para ponernos de acuerdo. Porque todos los partidos queremos reducir la pobreza, pero lo importante es como la queremos reducir, vía el paternalismo? vía el populismo? vía la dadiva? o por medio del esfuerzo, del compromiso, del desarrollo de las libertades y de las capacidades. Mi partido siempre se ha opuesto a generar dependientes, por eso nuestra apuesta es por formar ciudadanos responsables, solidarios y libres. Y creo que hemos comenzado a demostrar un giro en la política social. Nunca manipulamos a cambio de los programas sociales, pero eso si, exigimos corresponsabilidad y esfuerzo a cambio.
Compartir el reto
Quiero hacer una convocatoria, a los partidos que aquí nos encontramos. Mi campaña se basa en la Reconciliación Nacional. Los partidos tenemos que encontrar nuevas vías para ponernos de acuerdo. No podemos paralizar al país por nuestras diferencias y mucho menos por nuestras ambiciones. Si compartimos este sueño entonces tenemos que ponernos de acuerdo. No hay de otra. La diferencia entre el desarrollo y el subdesarrollo, es la capacidad que tienen los líderes políticos y sociales de un país, de ponerse de acuerdo. Vean el ejemplo de Chile o España, dos países que dejaron atrás sus diferencias y lograron no sólo una transición política, sino social y cultural. O vean a Venezuela o Bolivia. Ustedes decidan que ejemplo seguimos.
Es la hora de construir consensos, de hacer una Pacto de Estado Contra Pobreza. Un pacto que nos permita a los partidos y a los empresarios, a los sindicatos, a los medios de comunicación y a la sociedad civil, encontrar el camino para el desarrollo humano sustentable. Un Pacto donde las diversas ideas puedan converger y dejemos de discutir nimiedades o necedades. Es la hora. Es la hora ya. Los pobres no pueden esperar más.
Alberto Cárdenas Jiménez