Sr. Director:
De todos es conocido que el toreo de salón es una actividad donde un "torero" ejercita los lances propio del arte de Cúchares siguiendo los más estrictos cánones,  donde ni toro y ni siquiera la más leve brisa son elementos que puedan dificultar  la perfecta ejecución de dichos lances.

Hasta el día de la fecha no se conoce que tras una verdadera y auténtica corrida, con toro incluido, y llegado el momento en que el sudoroso y fatigado matador recoja el fruto de su faena aparezca en el ruedo el impoluto torero de salón a compartir las mieles del éxito.

Esta manifiesta obviedad, en el mundo de la educación no lo es tal. Así observamos que finalizando el curso aquellos pedagogos de salón, pasillos y despachos se lanzan desaforadamente sobre departamentos, ciclos, claustros y órganos similares exponiendo que sus sublimes méritos han de aparecer reflejados en los documentos de final de curso.

Así pues si hubiera que otorgar algún reconocimiento al sufrido y fatigado maestro/profesor de aula que nadie pretenda hurtarle el premio al valor, a la entrega y la continua brega.

Al pedagogo de salón se le podría entregar al menos una oreja por los abundantísimos y artísticos desplantes; eso sí, sin toro.

Manuel Villena Lázaro

manolovillena@hotmail.com