Lo reconocen hasta en Génova 13, sede central del Partido Popular. Trinidad Jiménez le tendió la trampa y Ana Botella picó como un tortolito. La política neonata ha cometido su primera plancha. La Trini, empeñada en remarcar el carácter conservador de la mujer del presidente del Gobierno y en resaltar su propio espíritu progresista, se postuló como defensora de la adopción de niños por homosexuales. Naturalmente, la pregunta le fue trasladada por la prensa (canallesca siempre) a su contrincante. Y entonces va la buena de doña Ana y se quita de en medio la patata caliente: "Si los madrileños me votan y me encargo de la Consejería de Asuntos Sociales nunca tendré que decidir temas como éste. ... Para mí, la adopción de hijos por homosexuales no es una cuestión moral, sino científica". Y se quedó tan ancha.

Es decir, que la adopción, educación y crianza de un niño es una cuestión muy similar al del bacilo de Koch o a los semiconductores. No es una cuestión política. Algo en lo que no parece estar de acuerdo la socialista Trinidad Jiménez, para quien sí es una cuestión política. Si Botella no tuviera tanto terror a quedar mal diciendo lo que piensa, seguramente habría quedado muy requetebién: habría dicho lo que diría cualquiera que tenga dos dedos de frente: un niño necesita de un padre y una madre. El lobby rosa se habría revuelto contra ella, pero muchos votantes se lo habrían agradecido. Pero no, de la misma forma que afirmó en su día que la píldora abortiva le parecía bien siempre que la recetaran los médicos (brillante matización, porque a lo mejor se le ocurre recetarla a un veterinario) ahora vuelve a pasarles el muerto a los científicos, al parecer, los únicos seres pensantes que existen sobre el planeta tierra. Por cierto, ¿qué ocurre si los científicos, como es el caso, no se ponen de acuerdo? ¿Cómo legislamos para la generalidad? Porque hacer dos legislaciones: una que prohíba la adopción con homosexuales y otra que la promueva, nos parece, no sé, algo complejo.

Por cierto, que no debía andar muy fina doña Ana, porque en la misma entrevista, preguntada por la sucesión de Aznar, aseguro que "mi marido aún no ha tomado la decisión". Pero, queridísima doña Ana, que su marido no es quién para tomar esa decisión. Que no es el rey, ni el dictador. Que no, que gobierna un país democrático en el que existen partidos que eligen a sus candidatos. ¿No se acuerda?

Un refrán navarro afirma que "Dios nos dio la lengua para esconder el pensamiento", pero también hay otro proverbio, aún más antiguo que afirma: Por la boca muere el pez. ¡Qué carrerón político, el de esta chica! La primera, en la frente.

En cualquier caso, el recursos a los científicos, o los científicos como último recurso para quitarse de encima responsabilidades, es muy socorrido. Por ejemplo, el informativo de la televisión pública, segunda edición, del martes 14 de enero. En portada, naturalmente, el esposo de la candidata, José María Aznar, inaugurando el Centro de Astrobiología de Madrid. Alfredo Urdaci, conductor del espacio y director de los informativos de la TV pública, nos explica a todos, que el nuevo centro investigará sobre el origen del universo. Aunque, según el propio testimonio, las investigaciones ya están bastante avanzadas. Así, nos lo contó Urdaci, "los científicos saben que el universo nació de una gran explosión". ¿De verdad? ¿En serio? Y Yo sin enterarme. La verdad es que los científicos no saben si ocurrió tal cosa, ni cuando ocurrió tal cosa, ni cómo ni dónde (este dónde sería la pregunta clave). La teoría del "Big Bang" es una hipótesis no probada de cómo se desarrolla el universo, no de cómo se creó. No nos dice cómo se creó el universo porque crear es el salto de la nada al ser, no el salto de algo muy pequeñito a algo muy grande: eso está chupado.

Ni tampoco pueden explicar los científicos, porque espacio se expande el universo antes de que exista el tal espacio.

Pero es igual, Urdaci, como Ana Botella, ha delegado la facultad de pensar y de decidir en manos de los científicos. ¡Menudo marrón les ha caído a los pobres!

Eulogio López