A estas alturas, hasta el canciller español Miguel Ángel Moratinos sabe que el mayor peligro bélico que amenaza a la humanidad no es el conflicto entre musulmanes e israelíes, ni tampoco el avispero iraquí o las interminables matanzas africanas. Tampoco el hecho de que China se haya abierto al mundo comercial pero continúe siendo la mayor dictadura del planeta o que el mundo islámico se radicalice día a día. A estas alturas, en toda las legaciones diplomáticas y en todos los centros de estudios estratégicos, hasta en el mismísimo Ministerio de Asuntos Exteriores español, sabe que el peligro más terrible comienza a ser el programa nuclear del Irán de los ayatolás y de su presidente, Mahmud Ahmadineyad.

Por ejemplo, las señales que envía el Ejército israelí, sin ningún reparo en hacerlas públicas, es que la solución diplomática, es decir, pacífica, para detener el proceso del Gobierno de Teherán para conseguir armamento nuclear, no es factible. Así, en una de esas afirmaciones claves no por su contenido sino por el ánimo que revelan, a los que los medios informativos no prestan la suficiente atención, el jefe del Estado mayor del Ejército, Dan Halutz: Irán camina desde hace meses por el borde del precipicio. Cuando se corre ese riesgo basta con tropezar una vez con una piedra, por muy pequeña que sea, para caer al abismo.

En un país acostumbrado a luchar por su supervivencia, los políticos advierten pero son los militares los que amenazan. Israel es la única democracia consolidada de Oriente Medio pero es también un pueblo que lleva 2.000 años sobreviviendo, al que no le asusta la guerra por la sencilla razón de que considera que la lucha es la única forma de subsistir. Y lo malo es que el tiempo le está dando la razón.

Así que Halutz concluye: Irán está decidido a desarrollar un programa nuclear hasta lograr fabricar bombas atómicas, sin olvidar el progreso efectuado en sus misiles tierra-tierra. En definitiva, lo que está diciendo es que Irán es capaz ya de lanzar misiles que alcancen a Israel y que los hebreos no están dispuestos a que esa capacidad transporte armas nucleares. Creen muy capaz a un casi seguro ex terrorista como Ahmadineyad de intentar borrar a Israel del mapa.

Estas declaraciones, insistimos, nada habituales, se completan con las realizadas por otro silente oficial judío, salvo casos de máxima urgencia. Hablamos del jefe del Mossad, Meir Dagan, quien da un paso más: Irán no se contentará con una sola bomba nuclear trabajará para obtener cuantas le sean posibles. En unos pocos meses podrá obtener la autonomía e independencia tecnológicas suficiente par poder llegar a este punto de no retorno, y no deberíamos permitírselo. Más claro, agua.

Y así, mientras Europa lleva a Irán a la ONU, la Agencia Internacional de la Energía atómica (AIEA) propone nuevas inspecciones, Estados Unidos amenaza a Teherán, mientras, cada uno, digámoslo así, cumple su papel, los israelíes dicen que hay que actuar. Sus declaraciones recuerdan, como una imagen en un espejo lo ocurrido en los meses al comienzo de la década de los ochenta, cuando Sadam Husein soñaba con convertirse en una potencia nuclear a través del complejo Al Tuwaitha, 18 kilómetros al sudeste de Bagdad. También entonces se llevó al régimen de Sadam a Naciones Unidas y tampoco sirvió para nada. Los israelíes informaron -que no consultaron- a Washington, lanzaron una ataque preventivo, que un libro posterior resumía de esta guisa: El 7 de junio de 1981 partió de la base aérea de Etzion un escuadrón de las fuerzas aéreas israelíes (IAF en inglés) compuesto por ocho F-16 y seis F-15 con 16 bombas de una tonelada. Voló 1.100 km. a través de Jordania, Arabia Saudí e Iraq para bombardear el objetivo. Llegaron al destino sobre las 17:30 y el ataque destruyó rápidamente el lugar donde se ubicaba el reactor. Un técnico francés murió en el ataque. Supuestamente el escuadrón eludió la detección por volar muy cerca unos aviones de otros durante la larga jornada; en lugar de aparecer en el radar como un escuadrón de pequeños aviones de combate, aparecían como un avión grande y no se les prestó mucha atención.

Hoy volvemos a estar en la misma situación. Por cierto, Washington está preocupado. Un bombardeo hebreo sobe Irán supondría utilizar el espacio aéreo de Iraq, controlado por los marines. Quizás por ello, Condoleezza Rice afirma que por el momento Estados Unidos aún no piensa en una operación militar. Respecto a Europa, el tancredismo de siempre. El español Javier Solana, Mister Pesc, asegura que Irán tiene todo el derecho a desarrollar su programa nuclear pero no con la falta de claridad actual. Hace tiempo que israelíes y norteamericanos decidieron no esperar nada de Europa.

Además, los iraníes han aprendido del pasado. A lo mejor un ataque aéreo no basta, a lo mejor no basta con destruir los centros atómicos de Natanz, Pars Trash y Farayand. A lo mejor hay que entrar en el país y destruir algo más. En definitiva, una operación arriesgada.