Sr. Director:
El estudio analiza las diferencias de precio en los mismos productos según la empresa de distribución, la ciudad o el tamaño de la superficie de venta. Y revela datos interesantes, como que en este caso el tamaño no importa: las diferencias entre pequeñas y grandes superficies son mínimas.
Aunque lo más atractivo de cara a la opinión pública es la diferencia de precio al consumidor según la enseña distribuidora: en el pescado alcanzan un abultado 74 por ciento; en la carne el 56 y en frutas y hortalizas -cuya transformación en muchos casos no pasa de ponerlas en una malla- el 61 por ciento.
Otra cosa es que a unos operadores acostumbrados a hacer de su capa un sayo, con una competencia en régimen de oligopolio, les moleste que alguien encienda la luz en uno de los eslabones más opacos de la cadena.
Defienden a ultranza sus políticas comerciales amparados en una libertad de mercado que no será este medio el que cuestione. Pero, ¿por qué en cambio atacan el derecho del consumidor a informarse y el deber de la administración a velar por unas prácticas ajustadas realmente a la ley del mercado y no a la del más fuerte?
JD Mez Madrid
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