Sr. Director:
¿Qué le han hecho las mujeres que quieren ser madres a los políticos que
nos gobiernan? ¿Es que hay odio de los políticos y de las feministas y otros
extremistas a las mujeres que desean ser madres?
Victoria es madre de una niña y padece las secuelas psíquicas de otros dos
abortos provocados. Esto lo contó en el programa de Radio "
COPE
causas por las cuales se permiten los abortos gratis, con los dineros de los
contribuyentes. Tampoco le explicaron como se hace un aborto. Cuando nos
vamos a operar los médicos te explican en qué consiste esa operación y
sus riesgos. Tampoco le ofrecieron ninguna ayuda post-aborto. Todo muy
técnico, muy mecánico, muy inhumano. Ahora Victoria se ha acercado a
asociaciones como Asociación de Víctimas del Aborto (AVA) y Adevida de
Madrid.
Los voluntarios de AVA y Adevida, presentes en el programa de radio, y sus
profesionales, les están ayudando para salir adelante, según explicó
Victoria. El negocio de las clínicas abortistas mueve al parecer unos 36
millones de euros (casi 6 mil millones de pesetas) al año en España, que los
pagamos los contribuyentes. Entiendo que estos seis mil millones de pesetas
y muchos más se deberían dedicar a ayudar a las madres que desean tener a
sus hijos. Pero a estas la ayuda es una miseria, tan solo
Madrid tiene el mérito de ayudar con 250.000 euros que es muy poco en
comparación con los 36 millones de euros que nos cuestan a los
contribuyentes los abortos cada año.
A ver si con el nuevo talante se hacen leyes que ayuden a las madres y a las
familias a sacar a sus familias adelante en lugar de fundamentalismo
abortista que promueve ZP, de permitir el aborto libre hasta los tres meses.
¿Por qué ese talante abortista no se transforma en ayudar a las madres a
tener sus hijos? Victoria explicó que llegó a tomar la decisión de abortar
por carecer de la más mínima ayuda y consejo entre el padre, los familiares,
amigos y luego los funcionarios de la sanidad. Con un poco de ayuda muchas
madres no llegarían a tomar la decisión tan brutal de abortar a su hijo.
Ana M. Carvajal Becerra
carvabece@terra.es
