Los niños no deben ser vistos como una carga, sino como un don insustituible.
La pobreza no se puede eliminar matando a los pobres. A veces esa parece ser la idea que sobrevuela en muchos organismos internacionales. Para erradicarla hay que apostar por el futuro además de luchar en el presente-, y el futuro son los niños.
La Santa Sede, a través del arzobispo Francis Chullikatt, intervino en la 49º Sesión de la Comisión para el Desarrollo Social del Consejo Económico y Social y así lo manifestó. Y es que los niños no deben ser vistos como una carga sino como un don insustituible y constructores de las generaciones futuras. Si de hecho los legisladores afirman, a menudo, que el crecimiento de la población es perjudicial para el progreso la verdad es que allí donde se ha verificado un crecimiento económico, a menudo está acompañado por un aumento de la población.
El representante vaticano también afirmó que la comunidad internacional debe encontrar urgentemente propuestas para una solución sostenible y duradera a este problema y subrayó la necesidad de una visión heurística del desarrollo humano, dado que este último no puede ser medido sólo en términos de crecimiento económico y la erradicación de la pobreza no se puede fundamentar sobre un resultado económico ponderable.
La historia humana nos enseña que si se invierte suficientemente en los niños, estos crecen para restituir mucho más que lo que han consumido, elevando, de esta manera el modo de vida de todos, afirmó el arzobispo.
Andrés Velázquez
andres@hispanidad.com
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