Sr. Director:
Después de haber hecho un ligero seguimiento de la visita del Papa a Estados Unidos en algunos medios de comunicación, me parece que se puede decir que la visita de Benedicto XVI a Estados Unidos ha respondiendo a las grandes expectativas que había suscitado.El Papa ha sabido afrontar con valentía y sin rodeos el delicado asunto de la pederastia, incluyendo a última hora un encuentro con los familiares de los afectados a los que reiteró su condena más tajante de tales prácticas intolerables.
El mensaje al presidente Bush acerca de la prioridad de la diplomacia internacional sobre cualquier otra fórmula es fiel reflejo de que, al igual que Juan Pablo II, el actual Pontífice es capaz de reiterar la doctrina cristiana ante los gobernantes más poderosos de la tierra.
La misa multitudinaria con los católicos hispanos es una muestra de sensibilidad hacia un colectivo cuyo protagonismo crece sin cesar en la sociedad norteamericana. El discurso en Naciones Unidas y la visita a la "zona cero", símbolo universal de la barbarie terrorista, ofrecen el perfil más genuino de un viaje que refleja la enorme dimensión de la personalidad del Papa.
Lejos de los tópicos interesados acerca de un Pontificado conservador y puramente continuista, Benedicto XVI traduce en acciones prácticas esa excepcional capacidad intelectual que le permite afrontar con rigor y espíritu constructivo los retos de la Iglesia contemporánea. La mejor prueba de ello es el éxito de este largo y enjundioso viaje a la única superpotencia de nuestro tiempo en las facetas política, social y pastoral.
Jesús Domingo Martínez
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