Cualquier trabajo honesto realizado con perfección tiene la misma dignidad por cuanto es obra de la persona.
No obstante, en un baremo de nobleza en función del servicio que presta cada trabajo a la sociedad, difícilmente se puede desplazar del primer puesto a la educación. Plagiando en cierto modo a San Agustín, se puede decir que todos somos educando y educador a lo largo de nuestra vida.
Sin olvidar que los primeros educadores son los padres, quienes hacen de la educación su profesión merecen el más alto honor porque tienen la mayor responsabilidad. Educar es algo más que enseñar, es ayudar a la persona a realizarse integralmente. Entendida así la educación, un pueblo con un alto nivel educativo será un pueblo libre, solidario, respetuoso con otras ideas
Siendo España una nación de mayoría católica aunque nos quiten cruces de lugares públicos, es oportuno hacer referencia a las palabras del Papa del pasado día 17 ante miles de alumnos de escuelas católicas del Reino Unido, de las que entresaco algunas frases: Espero que entre quienes me escucháis hoy, esté alguno de los futuros santos del siglo XXI. Vivimos en una cultura de la fama. Os pregunto: ¿qué tipo de persona os gustaría ser de verdad? Llegar a la fama no nos hace felices, la verdadera felicidad se encuentra en Dios, que quiere vuestra amistad.
En vuestras escuelas católicas aprendéis a ser no sólo buenos estudiantes, sino buenos ciudadanos, y además os debería ayudar a todos a ser santos. El grupo político que sea capaz de impulsar la regeneración de la educación con estos objetivos tendrá el éxito asegurado.
Amparo Tos Boix