No da tiempo a crear un líder así que la mejor opción es ésta o la de Joaquín Almunia, a quien ZP odia. El PP quiere el adelanto electoral, que es lo que trata de evitar el PSOE, partidario de terminar con la legislatura mediante un Pacto de Estado con CIU y PNV para hacer frente a la crisis. El Rey vuelve a irrumpir en la escena política en apoyo del PP. Y no, no es posible un pacto de Estado PSOE-PP Hay que meterse en la cabeza el descrédito del presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero en el propio PSOE. A día de hoy, tan sólo el señor Zapatero considera que su gestión es positiva. El resto del planeta, incluidos muchos socialistas, especialmente aquellos cuyo cargo no depende de la continuidad del líder, consideran que ZP no sólo es un bluf, sino un desastre, la risión de españoles y extranjeros.
Y ahí es donde surge la necesidad de sustituirle. Pero el desastre del zapatismo es de tales proporciones que no hay tiempo para preparar el relevo, que Felipe González veía en Patxi López. El primero en que se pensó fue en Joaquín Almunia, comisario prestigioso, azote de la política economía socialista, pero todos tiemblan al recordar su papel como líder del PSOE en tiempos de la bicefalia.
Sin embargo, el hombre clave es el ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, hoy tan popular por haber trocado la negociación de ZP con ETA en lucha a muerte contra la banda. Además, Rubalcaba es menos dado a coquetear con los nacionalistas y eso gusta, por decir algo, al votante socialista manchego.
En cualquier caso, cuando hasta la Zarzuela convoca a los agentes sociales -a petición del Gobierno, porque ese no es el papel del Jefe del Estado- es que la situación no admite demora.
El plan de Felipe González es tan sencillo como difícil: que ZP abandone el poder y ceda el cargo al más felipista de todo el Ejecutivo: al veterano Rubalcaba.
El problema es que ZP no está por la labor. Su plan consiste en aguantar hasta las elecciones de 2012 con la esperanza de que la situación económica mejore y se invierta la tendencia que no sólo da ganador al PP por 5 y 6 puntos de ventaja sino que hasta el sosísimo Mariano Rajoy ha logrado superarle en popularidad. Estamos a mitad de legislatura y ZP aún sueña con el apoyo de CIU para terminar la legislatura. Por tanto, o Felipe González provoca la ruptura en el PSOE o poco se puede hacer.
El PP, por su parte, busca, como es lógico, las elecciones anticipadas. Pero eso sólo será posible en el caso de ruptura en el PSOE. Y esa es la cuestión, que Felipe González no quiere provocar: forzar la dimisión de ZP para colocar a Rubalcaba. Sabe que un partido se rompe en 24 horas pero cuesta años recomponerlo. Mientras tanto, el clamor continúa: ¡Que se vaya!
Y no, no es posible un pacto PSOE-PP porque nadie lo quiere. Rajoy se siente ganador y Zapatero utiliza los pactos como una trampa para seguir manteniendo su discurso extremista, entre la radicalidad feminista de De la Vega y el discurso tabernario (el PP "que no estorbe") de Leyre Pajín. La solución debe venir del interior del PSOE, forazando la dimisión de ZP. Y no es fácil.
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com
Y ahí es donde surge la necesidad de sustituirle. Pero el desastre del zapatismo es de tales proporciones que no hay tiempo para preparar el relevo, que Felipe González veía en Patxi López. El primero en que se pensó fue en Joaquín Almunia, comisario prestigioso, azote de la política economía socialista, pero todos tiemblan al recordar su papel como líder del PSOE en tiempos de la bicefalia.
Sin embargo, el hombre clave es el ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, hoy tan popular por haber trocado la negociación de ZP con ETA en lucha a muerte contra la banda. Además, Rubalcaba es menos dado a coquetear con los nacionalistas y eso gusta, por decir algo, al votante socialista manchego.
En cualquier caso, cuando hasta la Zarzuela convoca a los agentes sociales -a petición del Gobierno, porque ese no es el papel del Jefe del Estado- es que la situación no admite demora.
El plan de Felipe González es tan sencillo como difícil: que ZP abandone el poder y ceda el cargo al más felipista de todo el Ejecutivo: al veterano Rubalcaba.
El problema es que ZP no está por la labor. Su plan consiste en aguantar hasta las elecciones de 2012 con la esperanza de que la situación económica mejore y se invierta la tendencia que no sólo da ganador al PP por 5 y 6 puntos de ventaja sino que hasta el sosísimo Mariano Rajoy ha logrado superarle en popularidad. Estamos a mitad de legislatura y ZP aún sueña con el apoyo de CIU para terminar la legislatura. Por tanto, o Felipe González provoca la ruptura en el PSOE o poco se puede hacer.
El PP, por su parte, busca, como es lógico, las elecciones anticipadas. Pero eso sólo será posible en el caso de ruptura en el PSOE. Y esa es la cuestión, que Felipe González no quiere provocar: forzar la dimisión de ZP para colocar a Rubalcaba. Sabe que un partido se rompe en 24 horas pero cuesta años recomponerlo. Mientras tanto, el clamor continúa: ¡Que se vaya!
Y no, no es posible un pacto PSOE-PP porque nadie lo quiere. Rajoy se siente ganador y Zapatero utiliza los pactos como una trampa para seguir manteniendo su discurso extremista, entre la radicalidad feminista de De la Vega y el discurso tabernario (el PP "que no estorbe") de Leyre Pajín. La solución debe venir del interior del PSOE, forazando la dimisión de ZP. Y no es fácil.
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com