En la SER se hablaba de Chile y su relación con la memoria histórica en España. El tertuliano Javier decía: Estoy de acuerdo en que hay que ser pragmático pero visto desde aquí es muy fácil sacar pecho. Visto desde allí la cosa es muy distinta. Y esta señora que ha sufrido las torturas de Pinochet entiende que no se puede actuar como si se viera todo desde aquí. La realidad es la que es y los chilenos tienen que tener en cuenta que su democracia es joven y frágil y que si sus militares quieren hacer un honor, se les deja este pequeño placer con el objetivo de que no haya más golpes.

 

Margarita Sáenz Díez apostillaba que si Bachelet ha cedido a este despliegue es porque no tenía otra posibilidad.  La memoria histórica necesita que todos los que fueron apaleados, asesinados y perseguidos tengan esa reparación. Yo me pregunto la oportunidad (de las palabras de Blanco), que en estos momentos, con tantos frentes abiertos, acosado el gobierno como nunca lo había estado, si era el momento más adecuado para abrir ese otro frente. En España los pactos de la transición hay que preguntarse si todavía tienen vigencia y si hay que respetarlos o no.

 

Para Román Orozco, ayer y hoy se están produciendo declaraciones pidiendo que se sigan los procesos abiertos. Aquí, los mismos partidos dicen que no, que hay que parar el proceso de recuperación de la dignidad de aquellas personas que fueron ajusticiadas por militares. No podemos pedir a los chilenos lo que nosotros en nuestra casa no queremos hacer. Bastante se cedió ya en los 70 como para que todavía sigamos cediendo. El presidente Zapatero debería dar un paso de esos que dio, de valentía, y no amilanarse: la excusa de que, rebajando el tope de esa ley se va a sumar el PP, es absurda. Nunca se va a sumar el PP. No es revanchismo, es justicia.