El director de la Oficina de Moncloa, David Taguas, lanza el mensaje de una Iberia española. Ojo, no con el 51% del capital español, sino con socio de referencia español. De inmediato Marsans y Halcón se pusieron manos a la obra. El segundo candidato, Pepe Hidalgo, tiene más fuerza que el presidente de la CEOE, Gerardo Díaz y su socio Gonzalo Pascual, pero ambos necesitarán apoyos
"Una empresa británica no se puede hacer con Iberia", clama en foros vacacionales David Taguas, director de la Oficina Económica de la Moncloa, quizás influido por el maltrato de McLaren a Fernando Alonso. "Iberia necesita un proyecto español", frase que no deja de resultar curiosa, por cuanto ahora mismo un núcleo duro de accionistas españoles controla el 30% del capital y lo tiene sindicado con la británica British Airways, que posee casi otro 10%. Algo que nos lleva a una aclaración previa: ¿Qué razón hay para vender Iberia?
En cualquier caso, una vez abierta la caja de Pandora –más bien parece el Mito de Sísifo- se trata de que no se lo quede el fondo norteamericano TPG en unión con British Ayrways, y con fondos de capital-riesgo españoles para cubrir el expediente (por ejemplo, de Vista capital, de Emilio Botín). Para ello, Moncloa pone dos peones sobre la mesa: el presidente de la patronal CEOE, Gerardo Díaz Ferrán, y su socio Gonzalo Pascual, los dueños de Marsans y ahora de Air Comet y de Aerolíneas Argentinas. Díaz y Pascual lo desean, pero tienen varios puntos en su contra: su gestión en Spanair ha sido tan deprimente que los suecos de SAS no quieren saber nada de ellos. Están imputados por presuntas malversación de fondos públicos en la privatización de Aerolíneas, en la que el Gobierno Aznar se mostró extraordinariamente generoso con ellos. Por último, siempre compran sin dinero y Air Comet no es, precisamente, una gran compañía.
José Hidalgo, grupo Viajes Halcón, propietario de Air Europa, tiene más posibilidades. En primer lugar, porque ha demostrado que sabe llevar una compañía aérea. Hidalgo, conocido como "Pepe Aviones", al revés que Pascual y Díaz, cayó en la cuenta de que no podía competir con una compañía de red, por lo que abandonó las rutas regulares y se ciñó al charter turístico, donde le ha ido estupendamente. Eso sí, necesita de otros apoyos, de titularidad española.
Porque este es el problema del patriotismo económico. Hay empresarios tan patriotas que están dispuestos a dar su vida por España, pero no su cartera. Moncloa está ahora en otra operación Acciona-Endesa, con la ventaja, eso sí, de que aquí la cosa no puede acabar en manos de Alitalia, dado que lo que Alitalia necesita son otras manos que se ocupen de salvarla de la ruina.