Sr. Director:
Miguel Bosé acaba de anunciar que ha sido padre de gemelos gracias a una madre de alquiler en EEUU, como ocurriera con otros artistas como Nicole Kidman, Elton John, Michael Jackson, o Ricky Martín, por citar algunos.

 

Suelen recurrir a un vientre de alquiler mujeres que son infértiles, homosexuales y lesbianas, que, naturalmente, no pueden tener hijos, o personas que no viven en pareja. Caben todas  posibilidades.

En España, la legislación actual establece que es nulo de pleno derecho el contrato de  gestación, con o sin precio, a cargo de una mujer que renuncie a su filiación materna a favor del contratante o de un tercero. Aunque sí permite la inscripción registral de un hijo nacido mediante gestación por sustitución, procedente de un país extranjero, que autorice este tipo de contratos, siempre que reúnan una serie de requisitos legales y sean reconocidos judicialmente en nuestro país. De ahí que se suela acudir a EEUU para conseguir hijos de madres de alquiler. En la India se permite y está bastante difundida esta práctica, pagando a las madres de alquiler 3.120 $, y el coste total es 25.000 $. En EEUU es más caro y cuesta 100.000 $. En los países en que se ha legalizado tener hijos mediante una madre de alquiler -en Europa muy pocos- está regulado las relaciones entre ésta, la Clínica médica, y los solicitantes, en donde contractualmente se acuerdan los pagos entre las partes, y la renuncia de la madre biológica a reclamar su derecho.

A su vez, existen varias posibilidades para fecundar a la madre subrogada, bien con semen del padre legal o de otra persona, y generalmente con óvulos de la madre biológica, aunque también mediante la implantación del embrión. Se trata de satisfacer el deseo de ser padres a toda costa, mediante la antinatural maternidad de alquiler, que plantea serias cuestiones éticas por afectar a la dignidad de la persona, al considerar a la madre gestante que se le alquila su vientre, como una máquina, o un animal de cría, objeto de una transacción mercantilista, para satisfacer intereses personales, ajenos a la unión natural y de amor de sus auténticos padres biológicos, que es el ámbito natural para el desarrollo de una persona, y pensando muy poco en ella, ya que se le garantiza conflictos psicológicos, antropológicos, sociales y morales, con la terrible desgracia, que le marcará de por vida, que no llegará a conocer ni a la madre que le parió.

Javier Pereda Pereda