Manderlay es la segunda entrega de la trilogía dedicada a América (EEUU) realizada por el danés Lars Von Trier. Los que vieron la película anterior, Dogville (2003), ya se pueden imaginar que Trier sigue apuntando certeramente a aspectos criticables de la sociedad norteamericana, en esta ocasión a las consecuencias de la esclavitud, el racismo y la segregación.
La trama de Manderlay (que el director define como un cuento moral) está inspirada en el prefacio de la novela Historia de O, firmado por Jean Paulhan, escritor, crítico y miembro de
A partir de esta idea, Lars Von Trier vuelve a colocar, ante una gran mansión sureña llamada Manderley, a los personajes que ya conocimos en Dogville: a la joven Grace y a su mafioso padre. Grace descubre que, en esa plantación, un grupo de personas viven en las mismas condiciones que antes de la abolición de la esclavitud por lo que decide quedarse. Su objetivo es liberar a los esclavos y ayudarles en sus primeros pasos como ciudadanos libres. Grace no ha aprendido nada de su traumática experiencia en Dogville, y pronto su idealismo estará a punto de provocar la tragedia.
Lars Von Trier nos coloca ante una historia para reflexionar, en la que vuelve a dejar claro su escasa fe en el ser humano. Como en Dogville, el argumento de Manderlay tiene tanta fuerza que al espectador se le olvida que los decorados se limitan a un escenario con el suelo pintado y a unos escasos muebles y enseres.
Para esta nueva entrega, de contenido algo más esperanzador que Dogville, Von Trier ha contado para interpretar a Grace con la estadounidense Bryce Dallas Howard (El bosque) que aporta a su personaje, debido a su juventud, más inocencia que cuando lo encarnó Nicole Kidman. A su lado figuran importantes intérpretes de la talla de Danny Glover, Willem Dafoe o Lauren Bacall.
Para: Los que van al cine a ver películas de contenido serio