Al mismo tiempo, la investigación elaborada por Body Shop, sobre el impacto de la violencia en el niño, concluyó que el hijo que está expuesto a la violencia en el hogar sufre un estrés emocional que puede dañar su desarrollo cognitivo, físico y sensible.
Por otra parte, las secuelas de la violencia infantil están estrechamente atañidas con un dilatado abanico de conductas de riesgo, como el consumo de drogas y de bebidas etílicas. Así lo ha anunciado La Organización Mundial de la Salud (OMS). Este tipo de terror durante la niñez suscita cerca del 6% de los casos de neurosis y de la dependencia de los alcaloides y de las bebidas alcohólicas. Asimismo es el culpable del 8% de las tentativas de suicidio, del 10% de las crisis de pánico y del 27% de los desarreglos de estrés postraumático.
También, el análisis global sobre la violencia infantil de la ONU, afirma que anualmente 275 millones de críos son testigos de trances violentos en el seno de su parentela, 126 millones trajinan en actividades de riesgo y 140 millones de chiquillas han padecido alguna clase de amputación genital.
En Pekín, el terruño mas habitado del mundo, uno de cada dos progenitores maltrata a sus oriundos, según el Departamento Infantil de la Federación de Mujeres de Cantón.
Debates violentos, chillidos y azotes. No es posible ser un vástago feliz en aquello que atañería ser un placentero hogar, lo que avista el niño es pánico. Es lo que pasan cada día los benjamines de las víctimas de la violencia doméstica. La zozobra es tan potente que los chiquillos localizan la evasión en el suicidio. Asimismo son alarmantes las alteraciones de sueño y la nutrición, la tristeza, el fracaso estudiantil.
Hay un solo niño bello en el mundo y cada madre lo tiene.
Clemente Ferrer
clementeferrer@yahoo.es