Difícilmente habrá otro relato bíblico que haya estimulado tanto la fantasía, pero también la investigación y la reflexión, como la historia de los 'Magos' venidos de 'Oriente', una narración que el evangelista Mateo pone inmediatamente después de haber hablado del nacimiento de Jesús: «Jesús nació en Belén de Judá en tiempos del rey Herodes. Entonces, unos Magos [astrólogos] de Oriente se presentaron en Jerusalén preguntando: "¿Dónde está el Rey de los Judíos que ha nacido Porque hemos visto salir su estrella y venimos a adorarlo"» (2,1s).

Lo dice Benedicto XVI, Y dice mucho más, en su libro sobre la infancia de Cristo. El documentado texto del Papa me recuerda lo de la esa asociación de librepensadores –o sea, ateos- que han colgado en una céntrica plaza neoyorquina lo de "quédate con la alegría (Santa Claus) y olvida el mito (Jesús)". Es un pensamiento profundo, que nos hace concluir que Santa Claus es real, por alegre, mientras que Jesús Nazareno, el ser más documentado de la historia, es un personaje de ficción. Y a mí todo esto me recuerda a Chesterton cuando aseguraba que no hay contradicción alguna entre razón y fe porque, para un cristiano, "la razón es dogma de fe". Pero para la nebulosa de agnósticos no. Para ellos, el prejuicio sí es dogma de fe, como aquel comunista polaco que se reconocía ateo pero le molestaba, "esos ateos tan convencidos que parece que Dios ha bajado a la tierra para confirmarles que no existe". (Leer más)

Los magos también están muy documentados, y hasta el fenómeno astral –la estrellas de los nacimientos- tiene su explicación o, al menos, sus hipótesis. Pero aquí viene la segunda sorpresa: para los cristófobos, los Reyes Magos son repudiables, no porque no existan –que sí han existido- sino porque son una manifestación de alegría cristiana. Y eso no pueden soportarlo: echa por tierra la imagen falsa del cristianismo lúgubre. Ellos se lo pierden.

Por otra parte los Reyes Magos se han convertito en una de las más señeras tradiciones españolas. Han creado una historia literaria y artística que no recuerdo que nada ni nadie haya logrado superar. Exportado a Iberoamérica ahora el mundo hispano sufre la acometida del  Papá Noel yanki, que el diablo confunda.
Y esto tiene su importancia, porque la modernidad crea modas pero no tradiciones.
Eulogio López