Están los extremo-laicistas vomitando baba verde por la boca, poseídos por un mal espíritu, como la niña de 'El Exorcista'.

 

Maligna tarea la suya. Con la venida a nuestra patria de Benedicto XVI, el furor adquirió matices superlativos con las contra-manifestaciones, como la de un sector del homosexualismo, que, eso sí, no se ponen de besada delante de las mezquitas para protestar por las ejecuciones en países musulmanes de homosexuales. Protestan e insultan al Papa que pide respeto y amor hacia ellos, recordando lo que es pecado.
Certero estuvo el sucesor de San Pedro al comparar éste tiempo con el persecutorio republicano y guerracivilista. Para muestra de la antología anticlerical de la izquierda política española desde tiempos immemoriales, una muestra, "Solidaridad Obrera" del 15 de agosto de 1936, publicaba: "La Iglesia ha desaparecer para siempre (...) hay que arrancar la Iglesia de cuajo, para ello es preciso que nos apoderemos de todos sus bienes (...) las órdenes religiosas han de ser disueltas, los obispos y cardenales han de ser fusilados y los bienes eclesiásticos han de ser expropiados".

Las hemerotecas están ahí y la historia del laicismo intolerante, agresivo y matón también.
En los tiempos que se escribió ésta consigna criminal fueron asesinados por odio a la fe católica casi 7.000 sacerdotes y religiosas, incontable número de católicos, muchos después de ser salvajemente torturados, además de la quema de miles de conventos y parroquias.
Los partidos de la izquierda española que alentaron éstos atentados jamás han pedido perdón por aquel exterminio a la Iglesia, ni sus herederos ideológicos, es más, con métodos más sutiles, dañinos, propagandísticos e incruentos siguen fomentando el anticlericalismo y la cristofobia.

Rosendo Alcaraz Gutiérrez