Nada hay nuevo bajo el sol. La prensa necesita a la política para opinar sobre ella, y la política de los periodistas para contar lo que les plaza. La clave está en si se superan los límites entre ambos grupos. Lo explica certeramente Isidro Fuentes.
Sr. Director:
Tres días hace que obtuvieron el premio. Pío García y José Blanco recibieron de manos de la Academia de la Artes y las Ciencias de la Televisión el Talento por su labor en la negociación que condujo a emitir debates entre los candidatos del PSOE y el PP durante la última campaña electoral.
En su momento este diario analizó convenientemente el cómo y por qué de aquella kafkiana hazaña, de manera que no insistiremos sobre ello. Es hora de fijar la atención en la vinculación del gremio periodístico con el poder político.
La prueba de que la corrupción necesita de lazos institucionales con las corporaciones de opinión son estas academias pseudo estatales que se crean a imagen y semejanza del establishment político. En ellas, los cargos están tan consensuadamente repartidos como los premios otorgados. Premio a la iluminación en esta cadena, a la producción en la otra, la dirección para la de más allá; el recorrido por los nombres de los galardonados recuerda al de los Nobel de Literatura. Pura geopolítica.
El disimulo de la irrepresentación necesita de amañada presentación institucional en todas las instancias de la sociedad civil porque la ausencia de libertad se esconde en la presencia ubicua de quienes mentirosamente dicen encarnarla. Ocurrió en el comunismo, en el fascismo y ocurre en la partitocracia. Al efecto, las expectativas de reconocimiento social y acaparación de riquezas de los propietarios de las empresas informativas, les hace constituir un grupúsculo advenedizo del poder. En Europa esta razón de la mecánica administrativo-corporativa tiene más peso en la propaganda que nos atosiga que la opinión dominante entre los gobernantes y sus compinches mediáticos de que las masas son peligrosamente estúpidas.
Hasta la Edad Media no se extendió el significado de habilidad, disposición o aptitud de talento. Antes había denotado medida de mercancías y monedas, pues en la Antigüedad la palabra refería el peso y la balanza. Pero en el primitivo indoeuropeo, la raíz tel expresaba acción de acarrear, llevar, soportar. Y a eso volvemos; el premio Talento es el reconocimiento del acarreo de informaciones a cambio de sumisión, de material listo para consumir a cambio de crítica contenida. Es el premio a seres capaces de, sin permiso de la ciudadanía, campar todos los días, a todas horas, por las pantallas y los papeles entre montañas de lucrativa publicidad.
Periodismo y Política alimentan mutuamente su estatus social, la sociedad civil es el castigado Atlas que soporta el peso de ese pacto. Eso sí es talento.
Isidro Fuentes García
chichopirola@hotmail.com