Sr. Director:
Al Sr. Caamaño, Ministro de Justicia: La libertad religiosa no significa indiferentismo religioso y no comporta que todas las religiones sean iguales. La negación del derecho a profesar públicamente la propia religión y a trabajar para que las verdades de la fe inspiren la vida pública, tiene consecuencias negativas sobre el verdadero desarrollo: la vida pública se empobrece de motivaciones y la política adquiere un aspecto opresor y agresivo.

Siendo esto así se corre el riesgo de que NO se respeten los derechos humanos, bien porque se les priva de su fundamento trascendente, bien porque NO se reconoce la libertad personal. También El principio de subsidiariedad es expresión de la inalienable libertad humana. (Del capítulo Quinto de la carta encíclica Caritas in veritate sobre La colaboración de la Familia humana).

María Menéndez de Zubillaga

menendez.maria@terra.es