Benedicto XVII ha mostrado recientemente su preocupación por las nuevas tendencias encaminadas a legalizar el suicidio asistido y la eutanasia. Anima a los gobiernos y legisladores a buscar soluciones humanas a los nuevos problemas, que desgarran la civilización occidental.
Todos sabemos que el cristianismo es algo más que un sistema moral. Es, como dice el Papa, el regalo de una amistad que incluye una gran fuerza moral que tanto necesitamos para hacer frente a los desafíos de nuestra época.
La defensa de los derechos humanos no se hace en virtud de un interés religioso. La iglesia los ha defendido y defiende por una intención profundamente humana y por ser portavoz de los nonatos, de los que no tienen voz.
El Papa pide a los políticos que no permitan que el embarazo sea considerado como un caso de enfermedad, que no olviden que el aborto es un atentado a un derecho humano fundamental como es el de la vida y que luchen para que los países europeos vuelvan a ser países abiertos a los niños. Porque los hijos no son una carga, sino un regalo de Dios.
Clemente Ferrer Roselló
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