Larry King es el periodista norteamericano especializado en telediario de autor (o sea, como German Yanke en Telemadrid, sólo que en serio). Días atrás entrevistó al matrimonio Bush en
Es igual. El caso es que George Bush no tuvo el menor problema en hablar de su oposición al "matrimonio" gay (o matrimonio, o gay), de la clonación como atentado a la dignidad de la persona, del aborto o de la educación. Y naturalmente, de sus creencias, para recalcar que él se las llevaba consigo al Legislativo, al Despacho Oval y a donde fuera, porque no acababa de entender cómo se pueden separar la fe del resto de su vida. O sea, lo de Chesterton, cuando recordaba que cuando uno entra en la redacción, en el Parlamento o en la cátedra, es conveniente dejar el sombrero en el perchero, pero no la cabeza.
Pues bien, la diferencia entre Estados Unidos (un país con grandes defectos) y España, o entre América, un continente joven, y Europa, un continente matusalénico, es ésta: Ningún periodista televisivo preguntaría por cuestiones tan poco intelectuales, y ningún político europeo respondería con una alusión a la coherencia, como George Bush.
No tengo ni idea de si en las elecciones de noviembre George Bush ganará o perderá. Lo que sé es que este presidente, el hombre más odiado del mundo en el momento presente, el hombre que concita más odios (melodramáticos la mayoría de ellos, ciertamente) en todo el planeta, el hombre que obsesiona a tres cuartas partes de la humanidad, cometió un gran error al comenzar
Eulogio López