En Ucrania todo parece indicar que los rebeldes pro-rusos, con una tecnología rusa derribaron el avión de Malaysia Airlines. Esperemos que haya sido por error.
Los cadáveres han estado tres días sin recoger y sin recibir la labor del respeto debida a los muertos, respeto que supone el comienzo de la civilización. A eso me refería al hablar de líderes de gelatina. Putin es muy libre de asegurar que la culpa la tienen los ucranianos por permitir el paso del avión, pero no tiene derecho a no dar sepultura a los muertos.
Políticamente es más grave -aún más grave- lo de Ucrania que lo de Palestina. Porque la salvajada de Ucrania nos lleva a la guerra fría, especialmente cuando los líderes mundiales sólo se preocupan de exculpar y no de ayudar. Los líderes, precisamente porque no lo son, se vuelven insensibles a las tragedias del prójimo, se limitan a los míos -que todo lo hacen bien-, y los otros -que todo lo hacen mal-. Putin necesita una lección de clemencia.
Israel. ¿Cómo pueden defenderse los judíos de los terroristas de Hamás sin provocar pérdidas entre los civiles cuando Hamás se refugia detrás de la población civil, detrás de ancianos, mujeres y niños Si los milicianos palestinos se enfrentaran directamente a los soldados israelíes, yo me volvería a favor de los palestinos, que son los más débiles. Pero así no puedo. La guerra, para los islámicos parece ser una cuestión de familia.
Unas imágenes de RTVE nos dejan claro esto. El domingo fue la jornada más trágica para la población palestina de Gaza por los bombardeos y la invasión hebrea. Pero en el mismo barrio de Gaza más castigado se veía a milicianos a los que les importaba poco los muertos y heridos civiles -sus muertos y heridos-. Sólo les preocupaba salvar sus armas y amenazaban a los periodistas si se atrevían a grabarles con sus cámaras.A Netanyahu hay que decirle otra cosa. Fuimos los cristianos -y empezaron los judíos- quienes marcamos las reglas de la guerra justa. Entre ellas, las de no atacar nunca primero y la de la proporcionalidad entre ataque y defensa. En efecto, Israel no está guardando la debida proporcionalidad. Simplemente, es difícil ser 'proporcional' frente al terrorista. Insisto: lo que distingue al soldado del terrorista es que el primero no se esconde tras la sociedad civil ni utiliza a sus hijos como escudos. A pesar de todo, sí, el Ejército israelí debe detener el fuego.
Una última nota. El ministro de Exteriores, José Manuel García-Margallo, -mañana del lunes- ha dicho que España defiende el derecho a Israel a existir, pero también la proporcionalidad en esa defensa. Correcto, pero como siempre, a los tibios del PP se les olvida algo: les falta luchar por el derecho de los cristianos de Palestina a no ser considerados, por judíos y por musulmanes, como ciudadanos de segunda categoría. Les falta por ejemplo, luchar por algo de lo que ya no se habla: convertir a Jerusalén en una ciudad abierta como sede que es del judaísmo y del cristianismo, y como sede importante del Islam.
Eulogio López
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