Atrás quedan los debates entre las distintas familias socialistas, que rivalizaban por Solchaga, Santillana, Velázquez o Lada.

 

Ya no hay debate. El "consenso" ha llegado también a la familia socialista. El debate interno entre Carlos Solchaga, Santillana, Luis Lada y Cándido Velázquez se ha salvado con un nombre de consenso: Juan Manuel Eguiagaray. Es el hombre escogido para regir los destinos de la mayor multinacional española: Telefónica. Ahora sólo queda hacer dimitir al actual presidente, César Alierta, elegido legítimamente y refrendado en la soberana Junta de Accionistas. Su mandato finaliza en 2007 y no parece que vaya a abandonar "motu propio" la Presidencia. La única incógnita es cuánto aguantará y qué pólvora colocará el PSOE bajo la silla de don Cesáreo.

 

La vía de los escándalos puede resultar muy peligrosa para la imagen de la propia compañía, pero es posible que el asunto del sobrino y las operaciones bursátiles sobre la antigua Tabacalera -actualmente sub iudice- sean resucitados. La otra alternativa es utilizar a los socios de referencia -BBVA y La Caixa- para que presionen a la Presidencia. El mensaje es siempre el mismo: "No te queremos".

 

Alierta será el primero. Después vendrá la cascada del acoso al resto de los presidentes de las privatizadas por las dos vías ya destacadas por este diario: capacidad profesional y honorabilidad. Manuel Pizarro, Alfonso Cortina y hasta Pablo Isla están cada vez más incómodos. El desembarco se producirá en septiembre y octubre. Permanezcan atentos a las pantallas.

 

¿Y por qué Eguiagaray? El ex ministro de Industria tiene perfil de presidente. Es vasco, pero no nacionalista. Es felipista, pero con aire de tecnócrata. Sabe hablar ante la prensa, es fotogénico, maneja bien las relaciones internacionales y conoce perfectamente los mecanismos de relación con el poder. Es el candidato perfecto. ¿Y para dirigir la empresa? ¡Ah!, bueno. Eso. Sí. Para dirigir la empresa ya se nombrará a un consejero delegado, que para eso está.