Marruecos está crecido y las comunidades musulmanas de Ceuta y Melilla han optado por el todo o nada. Exigen el uso del árabe como lengua oficial, tanto en los rótulos como en los impresos oficiales. La prensa marroquí es consciente de que esto sería un "terremoto" en la Península Ibérica, pero continúa con la demanda.

El planteamiento es siempre exitoso. Si las autoridades españolas acceden, ganamos, porque reconocen que, en el fondo, Ceuta y Melilla son culturalmente marroquíes, dando, de esta forma, un paso para la integración de las ciudades autónomas en el reino de Marruecos. Pero si las autoridades españolas no acceden, también ganan, porque España reconoce implícitamente que se trata de ciudades ocupadas. En tal caso, recurrirán a los tribunales e incluso al Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo, donde se vela por la protección de las minorías. Eso es ofensiva y lo demás son tonterías.

La segunda parte de la estrategia marroquí en torno a las ciudades autónomas es reclamar el estatuto de autonomía para que ceutíes y melillenses no sean "ciudadanos de segunda". Una estrategia a la que también se suman las autoridades de las dos ciudades autónomas. Si Zapatero accede, ambas ciudades ganan autonomía frente al Estado español, algo muy conveniente para el reino de Marruecos, que comenzará por pedir un estatus especial o una especie de soberanía compartida. Si ZP no accede, se apelará al agravio comparativo de los españoles autóctonos frente al resto de ciudadanos. Y los alcaldes-presidentes haciéndoles el juego a la comunidad musulmana. ¿A que está bien pensado?