Las cajas llevan 200 años viviendo del capital generado por su propia actividad. Y les ha ido mucho mejor que los bancos que podían apelar a los mercados de capitales.
Más tópicos: las cajas de ahorros quiebran porque son pequeñas. Y entonces, ¿por qué quiebran los bancos grandes? Cuanto más grandes, más quiebran, dicta la historia de la última crisis.
Insisto: las cajas de ahorros no quiebran por ser cajas, quiebran por comportarse como bancos, como bancos de inversión, apalancados hasta la médula y jugando a productos especulativos donde nadie les ha llamado y a créditos sindicados de empresas de las que ignoran hasta su objeto social, a especular en bolsa y a promover negocios inmobiliarios con garantías de las propias acciones de esas compañías inmobiliarias.
No, no han quebrado por ser cajas, ni por ser pequeñas y, lo más importante: no han quebrado.
Pero ha cundido la moda, es decir, la opinión que prescinde de la tradición, y ahora resulta que la reforma financiera consiste -hay que ser estúpido- en convertir a las cajas de ahorros en bancos.
Un sistema bancario ideal es aquel formado por pequeñas unidades -lo pequeño es hermoso porque es gobernable- y cuyos elementos cumplen los siguientes requisitos:
1. Prestan un servicio a familias y pymes, sólo de vez en cuando a grandes empresas: hipotecas, descuento comercial, apoyo a industrias locales que constituyen su negocio. Con las grandes empresas se comparte el riesgo.
2. No se apalancan. Prestan una parte de lo que le entregan en depósitos. Es decir, crecen lo que pueden crecer, ni un centímetro más, según sus recursos propios y con fondos propios de pata negra. A ser posible salidos del excedente propio. La liquidez es su lema y su principal función luchar contra la mora.
3. Evita entrar en titulizaciones, derivados, capital riesgo y colocaciones aseguradas.
4. No entra en guerra de pasivos sino, en tal caso, de activos.
5. Crece lo que tiene que crecer, ni más ni menos. Son bancos pequeños que evitan acudir a los mercados de capitales.
6. No entra en negocios que no conoce ni con quien no conoce. Opera en su zona geográfica de cobertura y anda con mucho tiento cuando se expansiona.
7. En sus inversiones industriales no busca las plusvalías sino el dividendo. De la misma forma, vive para el dividendo y las reservas, no para la cotización.
8. Buscan el carácter mutual. El elemento más importante del entramado no es ni el accionista ni el trabajador, sino el cliente.
9. Su reputación corporativa depende de la obra social que generan en su ámbito de cobertura. Le preocupan más las necesidades de los vecinos que el calentamiento del planeta o el Pacto Global.
¿Saben lo que acabo de definir? A una caja de ahorros, especialmente a una caja de ahorros pequeña, eso que ahora puede desaparecer de España a costa de socialistas progres y necios, y peperos horteras y necios.
Por lo demás con la modernísima obsesión -tanto de los socialistas necios como de los peperos horteras- de terminar con las cajas España terminará convertida en un páramo industrial. En el proceso de construcción empresarial europeo, franceses, italianos y alemanes, éstos también, aunque por otras vías han jugado a mantener campeones nacionales, ahora multinacionales, de titularidad pública. Los británicos han jugado a monopolizar el ahorro y, por el momento aguantan. España ha tenido, y tiene, en las cajas de ahorros uno de sus más potentes y jugosos inventos. Ahora nos lo vamos a cargar.
Pensándolo bien, este país tiene lo que se merece y no me refiero al Gobierno Zapatero.
Por si acaso surge la pregunta: ¿qué hay que hacer con una caja que entra en quiebra? Exactamente lo mismo que con un banco: dejarla quebrar.
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com