La próxima semana, el presidente de E.ON, Wulf Bernotat, se trae a España a un mariachi de periodistas extranjeros debidamente seleccionados. Les paseará por Asturias, para enseñarles una central eólica, que los molinillos están de moda. Precisamente Bernotat, el hombre que dijo aquello de "que hay que instalar aerogeneradores donde sopla el viento, no donde soplan las subvenciones". Se ve que hasta los poderosos son esclavos de lo políticamente correcto, sobre todo cuando lo políticamente correcto está subvencionado.

 

Luego vendrá a Madrid, donde ‘impartirá' una rueda de prensa, pero a la susodicha sólo podrán acudir los susodichos foráneos –gente seria, todos infoyupis- y cuatro medios españoles. Naturalmente, una guardia de dircom rodera a don Wulf para que los domesticados periodistas invitados no agobien al prócer. Periodistas resumidores, con estilo de agencia. Y es que a los presidentes de multinacionales les divierte mucho más reunirse con analistas. Los analistas trabajan para intermediarios y para accionistas. Éstos últimos también los intermediarios, porque el propietario final no decide nada ni interesa a nadie: sus ahorros los administran los gestores de fondos, que trabajan, como todos los broker, con dinero de los demás. Los periodistas, por contra, pueden hacer preguntas tan frívolas como cuánto cobra el presidente o si está peleado con el consejero-delegado. Es decir, pueden preguntar –los muy frívolos. Sobre aquello que ocupa y preocupa al presidente. Y claro, eso no puede ser.

Estamos hablando de un presidente que, cuando la batalla de Endesa, se bregaba con todo tipo de prensa, dedicaba hora a responder preguntas, a debatir, a defender la gestión de sus directivos. Daba gusto verle, pero al parecer se ha cansado de ser transparente.

El retroceso de la transparencia en política y economía es algo tan patente que sólo los beneficiarios de la opacidad, esto es, el poder, se atreve a negarlo, Bueno, ellos y una generación de periodistas que son esclavos y se sienten libres.

Pero el proceso es global. Tenemos presentaciones sin preguntas, ruedas de prensa donde periodistas a sueldo "consensúan" las preguntas "adecuadas". Recientemente un periodista de Internet se acercó al ministro de sanidad, Bernat Soria para formularle una pregunta. De inmediato, un legionario de su guardia pretoriana se interpuso como si el periodista fuera un peligroso asesino a sueldo. Comunicó a nuestro redactor y el aclaró que no debía dirigirse al ministro así, sin haber si do presentado y citado, ‘comme il faut'.

Un detalle que ya he mencionado en otras ocasiones: con cargo al ejercicio 2007, sólo una –FCC- de las cinco grandes constructoras españolas ha convocado rueda de prensa. Y es el sector de moda. Los ricos del momento: Rafael del Pino, Entrecanales, etc- no dan ruedas de prensa. Y nadie protesta.

Políticos y empresarios seleccionan el "lobby", a los periodistas amaestrados e influyentes que nunca sacan los pies del tiesto. Los que saben lo que hay que decir y lo que hay que preguntar, preguntas formalmente osadas e informativamente inanes. Por ejemplo, el periodismo de Internet, muy potenciado a través de Internet, ese paraíso de la libertad de prensa.

En política ocurre lo mismo. Ya he dicho que el seguimiento de las campañas electorales se ha convertido en una farsa. Antaño, no muy antaño, el periodista compartía decenas de horas con el líder-. Ahora, a los corresponsales se les recluye en un palomar y escriben unas crónicas que podrían redactar desde su casa. Gracias a las cámaras de televisión el líder parece más cercano que nunca y jamás ha estado más lejano.

El poder ha aceptado en su seno al editor, y el editor, convenientemente comprado, les paga con periodista aherrojados. El aumento de la opacidad durante los últimos 10 años ha sido tremendo.

Es el momento de reaccionar.

Eulogio López