Por eso, a efectos de la deseada -e imposible- dimisión de ZP, CIU está ahora en la misma posición que el Partido Popular: con Zapatero España va hacia el desastre.
Por lo demás, hay una clara diferencia entre el nacionalismo catalán y el vasco: a CIU, y ahí está su historia parlamentaria para demostrarlo, sí le importa la política española (incluso para controlarla, si ustedes prefieren), lo que no tiene por qué ser malo: los catalanes son españoles.
Por eso, la participación de CiU en, por ejemplo, la reforma laboral y la reforma de pensiones, es mucho más activa que la del PNV, que sólo piensa en la soberanía de Euskadi y le importa poco las cuestiones que atañen al resto de España. Y ojo, porque en cualquier caso, nace el social-nacionalismo (no inviertan los términos, por favor, sería un chiste demasiado fácil). Y así, a cambio de la cesión del dinero sobre políticas activas de empleo al Gobierno de Vitoria, apoyarán con gusto los presupuestos. En concreto, 472 millones de euros a cambio del voto de seis diputados peneuvistas (la cámara tiene 350): esto es, el voto del diputado peneuvista vale 78,7 millones de euros. Una cotización muy alta.
Pero ojo, a ZP, al que la caja única de la Seguridad Social le importa una higa, no está forjando el social-nacionalismo para aprobar los Presupuestos Generales del Estado, sino para aguantar toda la legislatura. Con los diputados del PNV y PSOE cuenta con 175 diputados y un escaño adicional se obtiene en cualquier sitio, o ejemplo en Nafarroa Bai (1), el Bloque gallego (2), ERC (3), Coalición Canaria (2), etc.
Y ojo, el PNV no se conforma con las políticas activas de empleo. Lo único que pretende es recuperar la Lendakaritzia. Es decir, que el enemigo de ZP para mantenerse en Moncloa a cualquier precio es Patxi López, como lo fue Montilla en Cataluña.
Con la social-nacionalismo, Zapatero intenta acabar la legislatura a cualquier precio, en la esperanza de que la economía remonte antes de marzo de 2012.
En el entretanto, el senador peneuvista Iñaki Anasagasti, el último hombre libre, asegura que hay que dinamitar el Valle de los Caídos. Una tontería, dado que Fernández de la Vega, mucho más femenina, se lo está cargando sin dinamita alguna: cerrando el paso a los fieles para protegerle de las obras que se realizan en el mismo. Es lógico, la restauración de una imagen religiosa exige cerrar un perímetro de varias hectáreas y, especialmente, una enorme basílica, la cruz más grande de Europa (visible desde toda la sierra madrileña, cosa muy molesta para un progresista como Iñaki), echar a los benedictinos de la Abadía, unos fascistas de mucho cuidado.
Pues no lo duden, si hay que dinamitar el Valle para que ZP siga en Moncloa se hará. En mi opinión, es una sugerencia para doña Teresa Fernández de la Vega, aunque lo mejor sería no explosionar nada: bastaría con convertir la Basílica en una mezquita y la abadía en una escuela multi-religiosa.
Además se crearían muchos puestos de trabajo y se dinamitaría la economía. Seguro. En Wall Street esperan esa buena noticia como agua de mayo. Moodys, sin duda, mantendrá el rating de la deuda española.
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com